Una vez más, el presidente Gustavo Petro, volvió a colocar a la ganadería colombiana en la picota pública al atacar a esta actividad, durante el pasado Foro Económico Mundial, en Davos (Suiza).
Así lo indica Miguel Ángel Lacouture, en una reciente columna publicada en Contexto Ganadero, donde recuerda que en el evento internacional, el primer mandatario afirmó que “hay fuerzas económicas que van contra la selva, en el caso colombiano, es la ganadería extensiva, la idea de la gran propiedad del suelo, de la tierra, como criterio de riqueza y detrás, el narcotráfico”.
Con cifras, el columnista demuestra que lo dicho por Petro carece de validez. En primer lugar, indica que en Colombia hay algo más de 615.166 predios, de los cuales, más del 50 % (398.600) son de menos de 25 hectáreas, por lo que no son grandes extensiones.
Así mismo, si se miran los predios dedicados a la ganadería, por número de reses se observa que el 89,72 %, equivalente a 551,097 predios tienen 21 cabezas en promedio por finca.
Además, sostiene, con ese tipo de afirmaciones se desconoce la realidad de la propiedad de la tierra, su distribución e impacto en la economía agropecuaria y la ruralidad. (Lea en CONtexto ganadero: Ganadería intensiva vs. Ganadería extensiva)
Los números presentados demuestran que en Colombia no existen mayoritariamente predios de grandes extensiones de tierras, ni ganadería extensiva predominante formal.
Papel de los silvopastoriles
Otra de las formas de exponer que en el país no se destaca la ganadería extensiva es por medio de la carga de animales por hectárea, frente a lo cual Lacouture señala que gracias a los sistemas silvopastoriles, como modelo de gestión agrícola, se logran mayores cargas.
Esto, gracias a que permite la combinación de plantas forrajeras, pastos y leguminosas rastreras con arbustos para el consumo de las reses y complemento al terreno. Además, se dan aumentos sustanciales en rendimientos tanto en carne, leche y crías, así como drástica reducción de emisión de CO2, llevando a la ganadería a convertirse en GEI negativo, siendo mayor la captura de estos que la emisión.
Igualmente, recuerda el columnista que los proyectos de silvopastoreo forman parte de los acuerdos de compra de tierras a ganaderos, entre el gobierno nacional y Fedegán. En este, el Estado se compromete al apoyo directo de la reconversión de las áreas destinadas a la ganadería tradicional al silvopastoreo, logrando la liberación de áreas dedicadas a la ganadería para ser utilizadas en producción agrícola.
Sostiene el autor que, si bien puede haber ganadería extensiva en Colombia, el fenómeno al cual hace referencia el presidente Petro es excepcional, hace parte de la informalidad, aquella que en la gran mayoría de ocasiones va más allá de las fronteras agrícolas permitidas. (Lea en CONtexto ganadero: Las diferencias entre macrogranja y ganadería extensiva)
Afirma que eso nada tiene que ver con los empresarios ganaderos formales, como los agremiados a Fedegán, y que es un fenómeno de grupos al margen de la ley que buscan expandir sus cultivos ilícitos.
“No es posible que, en un foro de la envergadura de Davos, el presidente no sea claro al emitir sus conceptos y teja sobre una actividad económica como la ganadería, el manto de dudas que quedó esparcido como el virus de la vida en el universo”, concluye Lacouture.