Una pastura deficiente es aquella que carece de nutrientes para alimentar de manera correcta al ganado y representa un gasto en el negocio ante la poca ganancia corporal y baja producción de leche animal.
Los productores cometen el error de pensar que solo los pastos amarillos son inapropiados para alimentar a los rumiantes. De acuerdo con Mayra Mercado, ingeniera agrónoma, asesora técnica y comercial de Semillano en el bajo Cauca y Córdoba, esta teoría está descartada. (Lea: 4 ganaderías doble propósito en Colombia con tecnología de punta)
Un pasto dañado se reconoce por su carencia de nutrientes al momento de consumirlo. Si el ganado no se halla frente a un forraje de calidad, se podría afirmar que come solo por llenar su rumen, sin recibir los minerales y la proteína que mantienen el hato sano y con una alta capacidad de reproducción y producción.
“La deficiencia de un pasto no está asociada a la coloración sino al potencial de la proteína”, señaló la experta en forrajes, quien explicó que las plagas y enfermedades presentes en el material vegetal son resultado de un inadecuado manejo del cultivo y tampoco se pueden consumir.
Los pastos amarillos se asocian con sequía pero en épocas con lluvias igual se pueden marchitar. En este punto Mercado aclaró que los semovientes se sienten más atraídos por pasturas verdes en el potrero, pero el heno es un alimento deshidratado con fibra que posee este tono de color y es apetecido por los animales.
Ante eso, señaló que más allá del tono de color, el ganadero convencido de su rol como agricultor podrá tener todo el año forrajes de alta calidad si considera las prácticas agronómicas. (Lea:Piedra pómez sirve de fertilizante de suelos y forrajes)
Para ello, debe partir de seleccionar las especies aptas al medio ambiente y al suelo en cada zona del país, conocer la densidad de semilla y el método de siembra.
Una vez cultivada la semilla, mencionó la ingeniera agrónoma, se alista el plan de fertilización, manejo de plagas, se identifica la capacidad de carga y el tipo de pastoreo que se hará en el predio conociendo el tiempo de descanso y cosecha del forraje con división de praderas y rotación.
“Si integramos estos factores con seguridad tendremos pasturas con proteína en el punto óptimo de la cosecha”, dijo Mercado.
Los tiempos de descanso del pasto pueden pasar desapercibidos por el ganadero y conocerlos es esencial, según la experta de Semillanos, porque todo material vegetal necesita reposo para volver a adquirir calidad nutricional. Cabe resaltar que la cantidad de días de reposo depende de cada forraje.
“Un pasto brachiaria brizantha o Toledo, en el departamento de Córdoba, por ejemplo, tiene un tiempo de pastoreo no superior a los 5 días y de descanso no más de 21 días porque es una especie que se lignifica muy rápido”, anotó.
Los pastos lignificados son difíciles de procesar en el rumen del semoviente y este no podrá extraer sus nutrientes. Pasa todo lo opuesto a las reglas de alimentación animal. (Lea: Frutas y flores no son una opción descabellada para ganado de leche)
Diferente a otros forrajes que requieren más tiempo de descanso y pastoreo. Mercado anoto que “algunos necesitan más tiempo al permanecer muy tiernos y no expresar bien el porcentaje de proteína, pese a que pueda tener un tono color verde vivo”.
José Carlos Marrugo, ingeniero agrónomo y líder de pastos en Colinagro SA, manifestó que los suelos se diagnostican para conocer su contenido de minerales, acidez, porcentaje de material orgánico y así poder elegir la forma correcta para su fertilización. De esta manera será posible tener forrajes de alta calidad nutricional.
“El diagnóstico se lee e interpreta para suplir los nutrientes que hacen falta y para no aportar los minerales que estén altos”, dijo Marrugo.
Es así como todo ganadero que ve su negocio como una empresa productiva evita dar pasturas deficientes a su hato y tiene en cuenta cada una de las recomendaciones dadas por los expertos.