En lecherías especializadas, los productores se han habituado a suministrar concentrados para mejorar los niveles de grasa, proteína y sólidos totales. Sin embargo, un experto recordó en la importancia de la relación suelo-planta-animal para mejorar estos aspectos. La industria determina el pago al productor con base en 2 grandes indicadores: la calidad composicional e higiénica de la leche. Mientras que esta se refiere al conteo de células somáticas y unidades formadoras de colonias, UFC, la primera se centra en 3 aspectos: porcentaje de grasa, proteína y sólidos totales. Además de los 2 primeros, los sólidos totales están compuestos por lactosa (el azúcar de la leche) y sales minerales (calcio, potasio, fósforo, magnesio, hierro, etc.). (Lea: Si quiere mejorar precio de la leche, apuéstele a la calidad y no a la cantidad) Cuando los propietarios de lecherías especializadas buscan incrementar estos índices, deciden emplear suplementos, para elevar nutrientes como proteína, fibra o energía. Generalmente apelan a concentrados que, como su nombre lo indica, contienen varias fuentes nutricionales. Alex Fernando Gutiérrez, zootecnista y consultor en nutrición bovina, asesora fincas en el Altiplano Cundiboyacense con el fin de ayudarles a mejorar el contenido de sólidos en la leche para que obtengan un mejor precio. Más allá de suministrar alimento, el experto recordó la importancia de la relación suelo-forraje-bovino. “Primero estamos trabajando en cómo están los suelos y qué requerimientos se necesitan para tener mejores pastos. Luego, miramos las características de los forrajes y sus nutrientes, para ver cómo suplementamos”, dijo. (Lea: Calidad de leche que vende industria es menor a la entregada: ganaderos) El experto destacó los materiales forrajeros de la sabana por sus notables contenidos de proteína, tales como los kikuyos y ryegrass, o pastos nativos como festucas y poas. En este punto, manifestó que antes que nada se debe trabajar con lo que se tiene. “Cada finca es un mundo distinto”, precisó. “En la composición de la leche, hay que tener en cuenta primero la genética, y segundo el tema de la nutrición. Si yo tengo una buena genética, pero no doy buen alimento, no se va a ver expresada. A partir de ahí, uno empieza a trabajar dependiendo de lo que uno quiera mejorar. Si quiero grasa, hay que mirar las cualidades de los forrajes, o si quiero proteína, cómo está la relación grasa-proteína en la ración”, señaló. Gutiérrez recordó a los productores que tengan paciencia mientras observan resultados luego de los cambios aplicados a la nutrición. Según él, un ensayo tarda por lo menos 6 meses en ver los efectos. (Informe: Estatus de los laboratorios acreditados para medir la calidad de la leche) “No hay que asustarse si la producción de leche o la calidad se bajan al primer mes. En ese caso, tienen que llamar al asesor y él les dirá cuáles ajustes se deben hacer. Es un trabajo a mediano y largo plazo”, apuntó.