De acuerdo con el experto, «el candidato a ser reproductor es el hijo macho de las vacas élites. Si tengo cien vacas, solo el 15 % de ellas pueden considerarse élites. Es decir, aquellas que tienen el mayor puntaje en comparación con el resto. Máximo esas 15, las de mejor calificación en el índice de vaca, podrían ser madres de posibles toros, por lo que solo dos o tres, cumplirían los requisitos».
Los hijos machos de estas vacas élites son los que pueden ser considerados como candidatos a toros tras pasar por un riguroso proceso de clasificación y selección. El experto enfatiza que no todos los machos cumplen con los requisitos para ser reproductores, ya que muchos están destinados al engorde, aunque algunos productores, al ver ejemplares atractivos, intentan venderlos como reproductores sin la debida justificación.
Una de las claves para garantizar la calidad genética es que la madre, en este caso la vaca, sea capaz de transmitir sus características reproductivas. Aristizábal explicó que no basta con que una vaca tenga un hijo bonito; lo importante es que tenga las características necesarias para la reproducción, ya que esta es la prioridad, por encima de la producción de leche o carne. «Una vaca con 91 puntos es bastante aceptable y buena, pero una con 60 puntos no lo es», aclaró.
Para clasificar a las vacas élites, se utiliza una fórmula que considera tanto la producción de leche y carne como los costos de producción. Aristizábal detalló que este índice de vaca se calcula sumando la producción de leche y ternero y dividiéndolo por el intervalo entre partos, lo que determina la eficiencia productiva del animal. «La vaca produce leche y ternero, y se suman. Luego, se divide por los días que se demore entre un parto y otro, porque es en ese periodo donde el ganadero incurre en gastos», apuntó.
Uno de los elementos más interesantes de la fórmula es la equivalencia entre leche y carne, ya que cinco litros de leche se consideran equivalentes a un kilo de ternero en pie, debido a la diferencia en contenido proteico entre ambos productos. «La carne tiene 17,5 % de proteína, mientras que la leche tiene 3,5 %. Por eso, cinco litros de leche equivalen aproximadamente a un kilo de carne», indicó.
En cuanto a los criterios para seleccionar al candidato a reproductor, el hijo de la vaca élite debe cumplir ciertos requisitos desde el destete, como tener un peso cercano al 50 % del peso de su madre y una clasificación fenotípica por encima del 80 %. «El desarrollo debe ser preferiblemente en el medio donde va a servir y bajo las condiciones que en este se le puedan ofrecer», argumentó Aristizábal, quien destaca la importancia de realizar un examen andrológico y evaluar la libido del animal.
El experto asegura que, estadísticamente, solo un pequeño porcentaje de los machos cumplen con todos los requisitos para convertirse en reproductores. De cada 100 vacas élites, solo alrededor de dos toros podrían cumplir con todos los criterios. «Un criador con cien vacas tendría muy pocos reproductores, y no creo que los quieran vender tan fácilmente», afirmó. (Lea en CONtexto ganadero: Álvaro Aristizábal: toda una vida aprendiendo y enseñando sobre ganadería)
El proceso de selección también incluye una observación detallada de características físicas como el dimorfismo sexual y el balance hormonal, que se evidencia en la cabeza y el cuello más cortos. Además, es esencial evaluar la adaptación del animal al medio, su capacidad de mantener la condición corporal en diferentes climas y su funcionalidad reproductiva.
«Es de mucha importancia estar seguro de las adecuadas características de la madre, pues eso será lo que pueda transmitir más probablemente», recalcó Aristizábal. La recomendación del experto es que los animales que se van a introducir en un hato provengan de un medio similar o inferior al destino, y que se tenga plena confianza en los registros productivos y reproductivos del origen. (Lea: Lanzan "Pasión por la ganadería", libro en homenaje a Álvaro Aristizábal)
Finalmente, Aristizábal sugiere que la mejor estrategia para mejorar la calidad genética del hato es producir los propios toros, después de clasificar el ganado en tres grupos: superior, aceptable e inferior. «Las vacas élite y las de buen rendimiento deben ser inseminadas con toros descendientes de hembras previamente clasificadas como excelentes. Se recomienda remplazarlos cada dos máximo tres años. Los toros que aún están en buenas condiciones (entre 5 y 7 años de edad) y son aptos para la reproducción, suelen ser muy solicitados por otros ganaderos para mejorar sus propios hatos», concluyó.