Un adecuado manejo del suelo para la producción de forraje marca diferencia en la rentabilidad del hato ganadero, según lo expuesto por el investigador en forrajes de Agrosavia La Libertad, Álvaro Rincón Castillo.
De acuerdo con el profesional, en promedio en Colombia la capacidad de carga es de menos de una cabeza por hectárea, lo cual es una ganadería ineficiente cualquiera sea el sistema productivo, tanto carne como leche o doble propósito.
Uno de los problemas en la Orinoquía es la falta de forrajes en abundancia y de buena calidad. El área degradada es bastante grande causada por diferentes razones como el sobre pastoreo y también porque hay suelos bajos en nutrientes pues los pastos no se manejan como un cultivo cuando requieren alimentación. (Lea: Hay que ver el pasto como lo ve la vaca)
En este centro de investigación de Agrosavia se trabaja en, un proyecto que implica menos área, con más ganado y mayor producción de carne pero con forraje de calidad.
La mayor cantidad de área que se tiene en la Orinoquía está en sabanas nativas y de ahí la baja capacidad de carga porque los pastos no son buenos y se requieren más hectáreas para sostener un animal.
El pasto que más se ha sembrado es el brachiaria decumbens que se ha ido degradando por diferentes razones como el mal manejo pero también por la plaga del salivazo y por eso se ha remplazado por gramas nativas.
En el Centro de Investigación de La Libertad se tiene el pasto llanero que cuenta con mejor adaptación, es tolerante a las plagas, tiene buena productividad y se maneja bien.
Agrosavia trabaja en la investigación de materiales adaptados a la región, el uso de leguminosas forrajeras, el manejo de las praderas en cuanto a nutrición, rotación de potreros, entre otros aspectos, para que el ganadero tenga una oferta tecnológica que le permita mejorar su productividad.
En el proyecto de La Libertad se tienen 10 hectáreas en pasto llanero divididas en 12 potreros y la base de la oferta tecnológica es el manejo de los pastos con nutrición mineral, es decir, fertilización de acuerdo al análisis de suelos, además se maneja cerca eléctrica y el uso de sombrío para bienestar animal. (Lea: 5 pastos y árboles que son tendencia entre los ganaderos)
De esta manera se puede tener 50 novillos en 10 hectáreas y esto se ha hecho por cuatro años de manera que se asegura que esta tecnología funciona a nivel de productor y ahora se va a llevar a las fincas de los ganaderos.
Si el pasto no tiene suficiente nitrógeno se va a traducir en una concentración de proteína muy baja en los forrajes y esto es muy importante para la producción de carne o de leche, indicó Rincón.
Esta oferta tecnológica se basa en la fertilización de los pastos para suplir las deficiencias que tienen estos suelos.
“El forraje es una manifestación de lo que hay en el suelo y allí hay limitantes grandes de fósforo, calcio, magnesio, potasio, azufre y nitrógeno e incluso algunos microelementos”, dijo.
El pasto llanero es un brachiaria humidícola que fue liberado hace 30 años y se adapta bien a las condiciones de baja fertilidad de los suelos llaneros, tiene alta concentración de aluminio y acidez pero responde muy bien al buen manejo.
En el proyecto de Agrosavia se fertilizan los pastos anualmente con 20 kilogramos de fósforo por hectárea, 20 kilogramos de calcio, 20 de magnesio, 20 de potasio, 30 de azufre y 110 de nitrógeno. Este proceso se hace al boleo, una vez salen los animales de un potrero a otro, abonando el que queda en descanso y eso ha permitido mejorar la disponibilidad de forraje. (Lea: Así ven el pasto los bovinos al adentrarse a los potreros)
La fertilización se realiza en agosto cuando las lluvias disminuyen. El nitrógeno se fragmenta en dos aplicaciones, una en agosto y la otra en noviembre cuando va a comenzar la época seca.
Con este manejo se obtienen entre 1.300 y 1.500 kilogramos de materia seca, además es un pasto que cubre muy bien el suelo y no deja espacios que puedan ser compactados por el pisoteado del ganado. Además, se tiene 10 % de proteína cruda.
Con esta nutrición que se está aplicando es un negocio rentable. Para ser más eficiente el negocio hay que prestarle mucha atención al suelo, hacer un muestreo que permite saber cuánto calcio, potasio, magnesio y fósforo hay, con el fin de hacer más eficiente el uso de los abonos y poder determinar qué se necesita y en qué cantidad.
La división de potreros también es muy importante porque con ello hay un consumo más parejo del forraje.
Otro factor importante en este sistema es el bienestar animal que en la región se basa en árboles para sombrío los cuales deben ser de rápido establecimiento y en lo posible nativos de la región.
El ganado en este sistema en La Libertad gana 850 gramos animal/día, es decir, al mes ganan 25 kilos y se espera que tengan un peso final de 500 kilos con lo cual están listos para la venta. Además, como se tienen 5 animales por hectárea, en 10 meses se obtienen 1.250 kilos. Con el sistema tradicional se requieren seis meses más para alcanzar el peso deseado para el sacrificio. (Lea: Cuidados y mantenimiento para un buen pasto y forraje)
Si esos 1.250 kilos se venden a un precio promedio de $5.000, significa $6.250.000 por hectárea, si se descuenta el costo de los fertilizantes que es de un millón de pesos por hectárea significa un ingreso de $5.250.000 a lo cual hay que descontarle los demás gastos propios de la actividad como la alimentación, los medicamentos y los gastos que demandó antes de ingresarlos a la etapa de engorde, entre otros, pero con todo justifica la aplicación de dichos abonos, al menos en este experimento del centro de investigación, según lo expuesto por Rincón.
El ganado que se utiliza en el proyecto es cebú comercial, así como cruces de sanmartinero con cebú y BON con cebú, a pastoreo y con sal mineralizada pero sin concentrado.