CONtexto ganadero le explica en qué consiste esta afección producida por hongos, cómo puede perjudicar la producción en su finca y la manera correcta de tratarla.   El ingeniero agrónomo Pedro Alexander Bernal explicó que esta enfermedad de los forrajes puede ser producida por 2 tipos de agentes fúngicos, la Cercospora o la Rhizoctonia.   “Es una mancha que produce un daño a nivel celular en la vacuola, que genera pérdida de materia seca y deteriora la calidad nutricional del pasto al reducir los contenidos de proteína y de celulosa de la planta”, precisó. (Lea: Criterios para elegir la especie adecuada de pasto)   Los hongos se presentan cuando ocurren cambios bruscos de temperatura y se alteran las condiciones climáticas. En el caso de la mancha parda, cuando se pasa de época seca a lluviosa, se incrementa la humedad relativa.   Entonces, el exceso de humedad en el suelo y en las hojas como los altos niveles de acidez favorece la proliferación del hongo que termina infectando al pasto.   “Generalmente, da en pasturas viejas, en las que han perdido su calidad nutricional y empiezan su etapa de madurez fisiológica. Una pradera de 50 o 60 días ya empieza a demostrar esta madurez avanzada”, reveló Bernal. Lea: Con el invierno llegan las lluvias, pero también parásitos e insectos)   La mancha parda aparece como una quemazón o pudrición en las hojas en parches circulares que miden unos cuantos milímetros hasta varios centímetros. Genera daños en distintas variedades de gramíneas como el kikuyo, el raigrás o la alfalfa.   El ingeniero agrónomo señaló que el ganado no corre ningún riesgo si consume el pasto enfermo, pero como lo señaló más arriba, el bajo contenido nutricional hace que el productor no obtenga los resultados esperados.   Para contrarrestar la enfermedad, Bernal recomendó utilizar la pradera en el momento óptimo, esto es, entre los 40 y 45 días cuando es ideal para su consumo. (Lea: Entre más variedad de pastos consuma el ganado mayor es su productividad)   Asimismo, la aplicación de minerales en el suelo o a nivel foliar como el zinc, el magnesio o el manganeso ayudan a que la planta sea más resistente a los ataques de la enfermedad.   Hay que evitar el exceso de agua y la fertilización en exceso. También se debe evitar la aplicación de nitrógeno cuando la enfermedad está presente.   De igual manera, resaltó la importancia de sembrar distintas variedades de forrajes, en especial las avenas que son más resistentes a este tipo de plagas. (Lea: Plagas en pastos y bovinos tienen en alerta a los ganaderos)   “Lo ideal es conseguir especies que sean más resistentes cuando uno hace una intersiembra de un raigrás con un kikuyo. Como todos sabemos, los monocultivos son susceptibles a las plagas o enfermedades. Al tener una variabilidad genética o de pastos, es mucho más difícil encontrar una población enferma”, puntualizó.