Para los Estados Unidos, el estrés calórico en bovinos, representa una pérdida de 4.000 millones de dólares al año y para la Argentina, 500 millones de pesos. “El estrés por calor es un problema económico grave para los productores y para los países, señaló Lance Baumgard, profesor de la Iowa State University (EE.UU.), en entrevista por el sitio de divulgación científica Sobre La Tierra, y publicada por Facundo Mesquida en el infocampo.com.ar el 6 de abril de este año. Tanto las vacas lecheras como las de carne, los cerdos, las cabras, las ovejas, las gallinas y los pollos sufren el exceso de calor. Este es un estrés que disminuye marcadamente las tasas de crecimiento, por lo cual todos los parámetros de importancia económica para el productor decrecen. Además, los animales sufren malestares y hasta, incluso, pueden morir. En este sentido, es clave reducir el estrés calórico durante el verano, ya sea a través de instalaciones, de aumentar el área sombreada o de la dieta”, manifestó Baumgard. “El manejo de la dieta para disminuir los efectos del estrés calórico es particularmente importante en países como la Argentina, donde la ganadería se lleva a cabo, en gran medida, de forma extensiva. En estos sistemas de producción, los animales están expuestos a la radiación solar durante mucho tiempo, dada la baja proporción de superficie con sombra por montes forestales o instalaciones específicas”, sostuvo. El investigador explicó a SLT-FAUBA que los animales cambian su comportamiento para tolerar el estrés térmico y que, al mismo tiempo, experimentan cambios en su metabolismo. Cuando la temperatura ambiental es elevada, el ganado comienza a transpirar, que es su mecanismo natural para mantenerse fresco. Pero la transpiración excesiva produce pérdidas sensibles de potasio, un elemento que le permite regular las pérdidas de agua. Si el ‘recalentamiento’ prosigue, los animales se deshidratan y sufren diversos problemas orgánicos. Por eso, las dietas ricas en potasio permiten que los animales transpiren normalmente y se mantengan frescos en períodos de altas temperaturas”. Por otra parte, el científico se refirió a otro elemento clave para contrarrestar las consecuencias de las altas temperaturas: el zinc. “Este nutriente es esencial para el funcionamiento normal de los intestinos de los animales. El estrés por calor durante el verano hace que el tracto intestinal sea más permeable a sustancias tóxicas y que se produzcan inflamaciones y otros trastornos asociados. Por eso, insisto en que para un sistema de producción como el argentino, el manejo más adecuado pasa por la alimentación. Una dieta con alto contenido de zinc es la mejor estrategia para luchar contra estrés térmico”. Las pérdidas en Argentina Por su parte, Gustavo Jaurena, co-director de la Maestría en Producción Animal, comentó que en la Argentina —según cálculos del INTA— las pérdidas económicas en rodeos lecheros por pérdida de producción ascienden a 500 millones de pesos al año. En este sentido, el docente estimó que si se consideraran los impactos sobre la reproducción y la sanidad, la cifra se duplicaría, y añadió: “Manejar el estrés de calor a través de instalaciones como sombras y reparos para que los animales estén frescos es una vía para minimizar este fenómeno. De la misma manera, si los animales están estabulados es más fácil controlar el ambiente. Pero para implementar estos manejos entran en juego decisiones económicas. En sistemas pastoriles con grandes extensiones, la nutrición debería jugar un papel fundamental para ayudar a mitigar los efectos de las altas temperaturas”. Ver enlace aquí