Las pasturas se pueden contaminar por distintos factores y el ganado puede resultar intoxicado o con baja corporalidad después de su consumo. El abuso o uso incorrecto de fertilizantes o plaguicidas, la invasión de malezas, periodos largos de sequía que cambian las cualidades del forraje, el desinterés en evaluar las condiciones del suelo y praderas, el pisoteo sin reparación de los pastos y la acumulación de agua en temporada de invierno afectan la fuente básica de alimento de los rumiantes. José Carlos Marrugo, ingeniero agrónomo, manifestó que es necesario manejar un balance entre los nutrientes aplicados por medio de fertilizantes, “no solo los orgánicos de origen natural sino también en los de síntesis o llamados químicos”. (Lea: Pastos tetraploides: los híbridos que alimentan bien al ganado de leche) Para cumplir con esa meta, consideró que “todo debe comenzar con un buen diagnóstico de la pradera, esto incluye los análisis químicos y físicos del suelo y las evaluaciones foliares de los pastos y forrajes”. No obstante, al conocer el balance entre la disponibilidad de nutrientes en el suelo y la extracción del forraje en función de los requerimientos del animal, se deben implementar programas de nutrición que suplan el déficit de minerales, de modo que no se exceda su aplicación. “El exceso de una aplicación de nutrientes en una pradera afecta la rentabilidad de la ganadería, aumenta la contaminación ambiental y puede en un momento dado generar desbalances en los animales que la consumen”, apuntó el ingeniero agrónomo. (Lea: Controlar malezas es clave para enfrentar el cambio climático) Ricardo Antonio Ramírez, ingeniero agrónomo, manifestó que en caso de daños o contaminación en los pastos se puede optar por su renovación, pero eso amerita tiempo y evaluaciones cuidadosas, lo que se pudo evitar con una análisis previo de la condición del forraje. Para él, es tan fundamental conocer la condición del suelo como su humedad, porque la carencia de agua, crea capas duras que impiden el crecimiento de plantas o la penetración de fertilizantes. Un error que se comete con frecuencia es creer que todas las pasturas responden de la misma forma a los componentes químicos o a las condiciones medioambientales. Algunas pasturas crecen mejor en unas zonas que otras y puede que reciban mejor un producto orgánico que uno químico o que necesiten de ambos. “Las gramíneas reciben químicos, pero algunos pastos de corte responden a orgánicos de mejor forma”, expuso Ramírez. Los pastos resultan contaminados por factores que el ser humano no puede controlar pero sí manejar. A eso se refirió Ernesto González Cely, médico veterinario y profesional del Fondo Nacional del Ganado, FNG, con el caso de los nitratos que están en las pasturas y que intoxican al ganado. (Lea: Cuba, el pasto ideal para ganado de leche y doble propósito) Esto se debe a la acumulación del nitrato cuando en época de sequía extrema el suelo recibe precipitaciones leves. El pasto se resiente. Según González Cely, se puede conocer cuántas partes por millón de nitratos hay en el suelo, tras su evaluación. Sin embargo, no es común evaluar esto y el productor puede ignorar que allí se encuentren factores que están afectando la calidad de los forrajes que come el rumiante, que también termina enfermo y en casos graves muerto. Con base en lo anterior, los expertos compartieron la idea de evaluar siempre las condiciones del suelo y las praderas. Además se recomienda evitar la compactación y el sobrepastoreo.