Entender y manejar la pradera como un cultivo permite incrementar la cantidad y la calidad del pasto, lo que resulta en mayor producción y calidad de leche y carne, según la orientación de la finca.
Sin embargo, algunos productores cometen ciertos errores a la hora de establecer una pastura debido a que su actividad es la ganadería, aunque como se ha dicho para ello primero debe ser agricultor.
Según el Máster en fitomejoramiento, Julián Roberto Mejía, en La Finca de Hoy, los lotes donde se establezca el pasto de corte o el de potrero deben ser tomados como un cultivo cualquiera, con los mismos cuidados y supervisión, teniendo en cuenta todos los detalles, desde la escogencia de la semilla hasta la última fase de desarrollo. (Lea: Recomendaciones para un adecuado establecimiento de pasturas)
Se recomienda iniciar el establecimiento de la pradera al inicio de la época de lluvias para garantizar las exigencias de humedad.
Uno de los errores muy comunes que se cometen es que el ganadero no realiza un análisis de suelos con el fin de determinar los minerales que tiene y por ende realizar sus fertilizaciones posteriores pertinentes.
Así mismo, se desconocen los nutrientes con los cuales cuenta el suelo para el pasto a sembrar y de cuáles hay carencia para poderlos proveer de manera artificial si es preciso.
Además, por dicho desconocimiento no se sabe la cantidad de abono que se va a requerir lo cual puede resultar costoso al generar pérdida del material o en caso de no aplicar la suficiente cantidad, el pasto no crecería en buenas condiciones.
También es importante tener siempre a mano el dato de porcentaje de germinación de cada uno de los pastos que se vaya a sembrar; mientras que en la parte de semilla, su pureza y su germinación, así como el vigor híbrido que brinda el potencial de germinar de una manera adecuada. (Lea: Establecimiento de la pastura, clave para el desarrollo ganadero)
Otra falla que se comete es que no se realizan cincelados y preparaciones normales de suelos, lo cual resulta perjudicial porque no se va a lograr la germinación requerida.
Igualmente, debe tenerse en cuenta que cada tipo de pasto tiene una densidad diferente, por eso al momento de establecer una pradera debe conocer ese dato y así definir la distancia de siembra correcta para promover el óptimo crecimiento del forraje.
Para cada especie, de acuerdo al tamaño de la semilla, se debe calibrar la máquina o si es al voleo calcular la cantidad de semilla que se requiere de acuerdo con el trabajo del operario.
En el caso de las brachiarias, regularmente la densidad que se determina es de 50 x 50 y cada pasto tiene su cantidad de kilos por hectárea.
Otro error común es realizar labranzas y controles de malezas de manera muy frecuente porque se debe tratar de incidir lo menos posible en los suelos con labranzas reducidas y con controles localizados. (Lea: Recomendaciones para el establecimiento de una buena pastura)
La idea es que haya una buena cobertura de los pastos en los suelos para que no exista espacio en el cual se genere la aparición de malezas.
En los tiempos para realizar el corte de pasto también suelen presentarse ciertas equivocaciones. Por ejemplo, cortar un pasto muy viejo es malo porque eso va en detrimento del contenido nutricional ya que entre más tiempo tiene un pasto para corte va a tener menos cantidad de proteína y tampoco resulta muy digestible para el ganado trayendo como consecuencia un menor aumento de peso.
Igualmente hay un inconveniente adicional y es cuando no se permite que el pasto tenga el rebrote necesario, así como no tener definidos los periodos de pastoreo. Si un lote de ganado entra a un potrero antes que el forraje esté desarrollado totalmente se puede ir en detrimento de la vida del pasto ya que los animales entrarían a morder los puntos de crecimiento y las macollas se volverían improductivas lo que implica que la persistencia de rebrotes se vea afectada y la pradera no vuelva a florecer correctamente.