Hace cincuenta años, 17 empresarios palmeros constituyeron la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite -Fedepalma-. Algunas de sus plantaciones, cuya extensión era inferior a 500 hectáreas, se habían constituido como parte del programa de fomento del cultivo de palma de aceite promovido por el Gobierno nacional a través del Instituto de Fomento Algodonero, IFA, para hacer a Colombia un país autosuficiente en la producción de oleaginosas, en un contexto de sustitución de importaciones.
Otras de las plantaciones representadas habían resultado de emprendimientos particulares que se sumaron a la nueva actividad agrícola, aprovechando el ambiente propicio que la nutría, tanto en Colombia como en otros países en desarrollo, como fueron los casos de dos importantes, Coldesa e Indupalma, que ya participaban en el negocio industrial de grasas y aceites, y que buscaban por ello abastecerse de las materias primas que requerían sus fábricas. (La palma de aceite y su poder transformador)
Hoy gracias al trabajo de mucha gente, y sobre todo a la confluencia de esfuerzos de los productores y de las empresas individuales y del gremio como tal, tenemos en nuestro país alrededor de medio millón de hectáreas de palma y nuestra agroindustria está cerca de producir, por primera vez, un millón de toneladas anuales de aceite de palma.
Colombia es el cuarto productor mundial de aceite de palma –después de Indonesia, Malasia y Tailandia– y el primero de América, cuenta con una importante infraestructura productiva en diferentes regiones, en 110 municipios colombianos, y con una diversidad amplia de productores: empresarios y campesinos, grandes, medianos y pequeños.
Al completar nuestro primer medio siglo de vida, debemos reconocer los valores, comportamientos y dinámicas que han caracterizado nuestro quehacer y han asegurado el papel protagónico de Fedepalma en el desarrollo y consolidación de la agroindustria de la palma de aceite en Colombia; básicamente, porque tales son los activos con que contamos para realizar esta promesa que significa la palma de aceite en nuestro país en materia de desarrollo sostenible, bienestar y progreso para Colombia.
Fedepalma no está para hacer cualquier cosa ni para hacerlo todo. Hacemos lo que definitivamente tiene más sentido y es más eficiente hacer colectivamente, por ejemplo, la investigación y la transferencia tecnológica. La organización gremial procura las condiciones para que fructifique la actividad de sus asociados, y en este sentido el negocio gremial consiste en propiciar condiciones para que sus afiliados tengan un buen negocio.
Somos un gremio empresarial y nos enorgullece serlo. Y no es el tamaño lo que define si se es empresario; muchos consideran equivocadamente que solo los más grandes pueden serlo. (Lo gremial, pilar del desarrollo palmero: Columna de Jens Mesa)
Sin embargo, hay productores que manejan grandes extensiones y no son empresarios; en cambio otros que apenas poseen 10, 20 o 50 hectáreas, son más empresarios que cualquiera. Estamos señalando una actitud, una manera de ser y hacer que nos distingue, y que además imprime una formalidad en nuestro sector que irradia y afecta de manera positiva el mercado laboral y la economía de las regiones donde inserta su actividad.
El Centro de Investigación en Palma de Aceite, Cenipalma, que recién cumplió 20 años de labores, la Comercializadora de Aceite de Palma, hoy C.I. Acepalma S.A., que se ha constituido en una de las principales empresas del país, los Fondos de Fomento y de Estabilización de Precios Palmeros como modelo del esquema parafiscal al servicio del desarrollo de un renglón productivo, son
entidades y mecanismos, modelos de solidaridad, participación y equidad sectorial.
Una lección importante de actitud, de política y de logros de Fedepalma ha sido la de impulsar, desde la agricultura, actividades productivas con integración hacia adelante, hacia la industria, sin perder su carácter de organización de productores. El país cuenta igualmente con un desarrollo industrial ligado a la palma de aceite, en renglones comestibles y no comestibles, como aceites de cocina, margarinas y grasas especializadas, jabonería y, más recientemente, biodiésel.
Otro valor y práctica representativa ha sido la voluntad gremial permanente deconstruir con visión de futuro. Tal vez ello se deba a la naturaleza perenne y de tardío rendimiento del cultivo de la palma de aceite, que ha exigido de sus productores el desarrollo de una cultura de largo plazo; porque buena parte de lo que hoy cosechan fue sembrado hace veinte años, y un alto porcentaje de lo que hoy se está sembrando será cosechado en las década de los años 20 y 30 del presente siglo.
Debemos mencionar la decisión actual de impulsar la palma con criterios de desarrollo sostenible, asociada a nuestra búsqueda de mejoramiento de la competitividad y las crecientes exigencias del mercado internacional.
Éstas nos han permitido observar el énfasis que los mercados ponen hoy día en la sostenibilidad económica, ambiental y social. Desde Fedepalma hemos querido madrugarle a tales tareas: nos vinculamos en el 2004 a la Mesa Redonda para la Producción de Aceite de Palma Sostenible (RSPO, por sus siglas en inglés), iniciativa internacional que promueve la producción y uso sostenible del aceite de palma mediante el cumplimiento de los estándares mundiales más rigurosos; lideramos la Interpretación Nacional de sus Principios y Criterios, proceso que culminó hace un par de años; y convocamos a las empresas a producir informes de sostenibilidad y a certificarse ante la RSPO.
Cincuenta años son un significativo punto de llegada (Fedepalma celebró 50 años de vida); pero también son un punto de partida frente a las grandes posibilidades que nos depara el futuro. Por supuesto, no es un futuro asegurado; depende de que podamos conjugar las amenazas que han pesado y pesan sobre la agroindustria, y del empeño que pongamos en hacer las cosas bien como país, como sector y como particulares.
Entonces, para iniciar esta gran aventura de los próximos cincuenta años del sector palmero colombiano, necesitamos que todos los actores asuman el rol que les corresponde. Insistimos en la configuración de una trilogía que conjuga los esfuerzos de los empresarios, del Estado y del gremio, en este caso Fedepalma, en función de los grandes propósitos del desarrollo sectorial.
Corresponde a los palmicultores, como empresarios, organizar sus unidades productivas para que sean altamente productivas y competitivas. Y al reconocer que la riqueza se genera en las unidades productivas y no en otra parte, corresponde al Gobierno y al gremio promover condiciones para que ellas puedan operar y esto se traduzca en empleo, en ingresos, en programas de responsabilidad social, en impuestos y en desarrollo. En la medida en que cada uno haga lo suyo, seremos más eficientes y avanzaremos más rápido.
En palabras del Presidente Santos, el Gobierno nacional ha renovado su compromiso con el sector palmero; los productores continuarán trabajando día y noche por sus cultivos; y Fedepalma los apoyará en la construcción del campo en Colombia, con el cual todos soñamos.
(*) Presidente Ejecutivo de Fedepalma