El acto de consumir la placenta después del parto se conoce como placentofagia y es común en la mayoría de mamíferos. Aunque tiene nutrientes que contribuyen a la recuperación de la hembra después del parto, el ganadero debe aprender a manejarla. La placenta es un órgano temporal desarrollado específicamente para el crecimiento y el mantenimiento de un feto durante la gestación. Cumple 3 funciones: protección del feto frente a traumatismos y agentes infecciosos, transporte de nutrientes y síntesis de hormonas. La gran mayoría de hembras mamíferas se alimentan de la placenta de sus crías después del parto, incluidas las herbívoras. Se cree que consumen este órgano para recuperar proteínas, hierro y otros elementos necesarios para la lactancia, así como vitaminas y hormonas. (Lea: Placenta retenida, un trastorno que produce grandes pérdidas) Giovanni Pinilla, médico veterinario, ganadero y miembro de la Asociación de Ganaderos de Ubaté, explicó otra razón por la cual las hembras suelen consumir este órgano. “Como pasaba con muchos otros rumiantes salvajes como los bisontes o los búfalos, ellos se comen la placenta para no dejar rastro a los depredadores. Si un predador encuentra una, seguramente seguirá el rastro de la cría y va a empezar a buscarla. Las vacas se comen la placenta por algo salvaje que les queda de sus ancestros”, indicó. Escuche la explicación del médico veterinario sobre el consumo de placenta
Añadió que los productores podrían sorprenderse por el hecho de que un animal herbívoro como la vaca pueda ingerir su propia placenta, pero aseguró que solo se trata de un instinto de supervivencia que no tiene nada que ver con sus costumbres alimenticias. “Un rumiante que coma carne puede no estar bien visto e incluso escandalizar. A veces los ganaderos creen que eso puede traer algún perjuicio a la vaca”, comentó Pinilla. (Lea: Las 5 enfermedades reproductivas que más afectan al ganado en Colombia) En algunos casos, el médico veterinario aclaró que se debe desechar la placenta porque, como cualquier otro tipo de residuo orgánico, puede ser un foco de enfermedades infecciosas como la brucella. El ganadero debe prestar especial atención si alguno de sus animales se ha infectado recientemente o si su predio ha estado expuesto a alguna enfermedad en los últimos días o semanas. De lo contrario, no tiene por qué preocuparse. “La brucella tiene mucho tropismo por el tejido placentario así como otro tipo de enfermedades patógenas. Cuando esto ocurre, hay que saber desecharla para evitar que el mismo animal la ingiera o que tenga contacto con otros animales que pueden contagiarse de estas enfermedades”, sostuvo Pinilla. (Lea: Preñez bovina, lo que todo ganadero quiere alcanzar) Por ejemplo, un perro puede encontrar una placenta que ha sido infectada con neospora y al ingerirla, pueden convertirse en huéspedes intermediarios del virus que puede terminar contaminando al animal. Para desecharla, el experto recomendó enterrar el tejido en sitios donde las vacas o los perros no tengan acceso y adicionar cal, para evitar que puedan rastrearla. (Lea: Heces de perros transmiten enfermedad al ganado bovino) Sin embargo, recordó que la transmisión de agentes patógenos solo se presenta en predios que han estado expuestos recientemente o cuando se hacen pruebas al tejido placentario que evidencian la existencia de estos agentes. De resto, usted puede estar tranquilo cuando su vaca decide consumirlo después del alumbramiento.