A diferencia de la agricultura convencional, que a menudo agota los recursos naturales y daña el medio ambiente, la agricultura regenerativa busca restaurar y revitalizar los suelos, la biodiversidad y la salud de los ecosistemas.

Ana Digón, experta en permacultura y agricultura regenerativa, explica en un conversatorio con los expertos Santander Pertuz (colombiano) y Freddy Pérez (venezolano), que las tres primeras Ms están enfocadas en “los minerales, es decir los nutrientes o los elementos químicos de la tabla periódica; la microbiología, que es la vida; y la materia orgánica, que es el hogar y el alimento de la microbiología y es la cicla todos los minerales y nutrientes.

Esto quiere decir que, “un suelo sano contiene esas tres Ms en constante desarrollo, intercambio y evolución, porque no es un equilibrio sino una fiesta constante en el suelo, que junto con agua, aire y gases hay interacciones y se está generando un humus, que es la forma de carbono más estable y que más tiempo permanece en el suelo”, describe la experta. (Lea en CONtexto ganadero: Agricultura regenerativa: camino a un futuro seguro )

Por lo tanto, cuanto más saludable esté el suelo, más saludable van a estar las plantas. Esto quiere decir que, en la medida en que haya más variedad de nutrientes haya abajo, más variedad de plantas habrá arriba.

“Las que surgen de manera espontánea como las malezas, se pueden llamar bio-indicadoras porque están contando qué pasa en el suelo, teniendo en cuenta que este es un enorme reservorio de semillas esperando su momento”, detalla Digón.

En ese orden de ides, son los herbívoros como los bovinos, que a lo largo de le historia le han aportado dinamismo a esa interacción entre la planta y el suelo. “Es el animal el que puede consumir vegetación y convertirla en alimentos muy complejos en su cuerpo como la carne, huesos, proteínas. Además, estos animales tienen patas que le permiten trasladarse a sí mismo y a los nutrientes que ha procesado y depositarlo en paquetes de fertilidad”, explica Digón.

En este sentido, entra a jugar la cuarta M que es el manejo -que no es para nada fácil-. Es un camino difícil y más en lugares áridos, pues en ausencia de agua los procesos se ralentizan. Es por esto que, según la experta, para llevarlo de mejor manera, hay que soltar creencias, estudiar, investigar, probar para que haya un ensayo y error, pero también hay que compartir conocimientos y experiencias.

Para la experta, no hay que dejarse llevar por modas o por faltas banderas, sino que hay que trabajar basados en las experiencias de los demás.

Es por esto que, para tomar las decisiones correctas, y para eso toca cambiar la que, según la profesional, es la más difícil de las Ms que es la mentalidad. De acuerdo con Digón, “no se puede intentar cambiarle la cabeza y el pensamiento a alguien, solo puede cambiar las acciones propias, mostrarlo, compartirlo y sí eso le inspira a alguien, fenomenal”.

Cuando ya hay un cambio de mentalidad se pasa sexta M que es la materialización, que es hacer realidad esa idea que nace al principio del cambio de agricultura tradicional a regenerativa y mostrarlo a los demás para que se animen al cambio.

Todo esto para finalmente llegar a la séptima M que es la multiplicación, “que es entre todos”, como menciona Digón y está enfocado es mostrar lo que se ha hecho, en contar la experiencia y demostrar que los cambios sí son rentables y que no solo mejora el negocio, sino también el ambiente y hay una armonía entre suelo, animales y productividad. (Lea en CONtexto ganadero: Agricultura regenerativa, aliada para un futuro sostenible)