Si bien tanto la modificación de genes como la transgénesis aún no son totalmente aceptadas por la sociedad, las personas se muestran más receptivas a estos procesos cuando están enfocados al bienestar animal, como el caso de las vacas que no desarrollaron cuernos.
Se trata de las terneras Buri y Spotigy de la startup Recombinetics, que nacieron en 2015 y fueron las primeras vacas de la raza holstein que no desarrollaron cuernos, con lo cual se evitan procedimientos dolorosos como el descorne.
La empresa creó un par de ejemplares holstein cruzados utilizando la herramienta de edición genética TALENs, un precursor de CRISPR-Cas9, haciendo cortes en el ADN bovino y alterando los genes para evitar que a los terneras les crezcan cuernos.
Esta edición ofreció la oportunidad de introducir solo los genes deseados, con la esperanza de demostrar que la leche de estos ejemplares era igual a la de ganado no editado. (Blog: Usan la genética para mejorar la producción de carne)
Con estos resultados, podrían demostrar y replicar su experimento para obtener vacas holstein sin cuernos pero igualmente productivas. Así, en 2015 nacieron Buri y Spotigy, y durante los siguientes años, el avance recibió una amplia cobertura mediático.
Basándose en este experimento, un estudio publicado en la revista PLOS One encontró que la mayoría de estadounidenses estarían dispuestos a consumir productos alimenticios de vacas modificadas genéticamente para que no tengan cuernos.
No obstante, expertos afirmaron que varias fallas de edición de genes de alto perfil en ganado y humanos en los últimos años pueden llevar a los consumidores a considerar que las nuevas biotecnologías son peligrosas y difíciles de manejar.
Este fue el caso del ensayo de Recombinetics, que después de haber recibido todos los elogios, se vio envuelta en críticas por una controversia desatada por el método que aplicaron. (Lea: El futuro de la ganadería está en animales por edición genética)
Como explica el portal Naukas, una investigación de la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos concluyó que el genoma de las vacas editadas (en particular el genoma de Buri, el que se analizó) no está tan intacto como se pensaba.
Aunque la controversia se tornó más grave porque se encontró que se insertaron genes de bacterias resistentes a los antibióticos, la empresa tuvo que defenderse y aclarar que esto no implicaba que la resistencia pudiera saltar a las vacas.
En todo caso, esto demostró que hay un largo camino para que los organismos genéticamente modificados (OGM) sean aceptados y comercializados ampliamente. (Lea: En 2020 se cumplen 30 años de la modificación genética en bovinos)
Sin embargo, esto es un buen inicio para emplear este tipo de tecnologías no solo en beneficio de los seres humanos, sino también de los animales, como afirmó la genetista animal de la Universidad de California en Davis, Alison Van Eenennaam.
“La genética mejorada en nuestro sistema de producción podría ser realmente beneficiosa para cosas como la resistencia a las enfermedades y se ajusta a muchos objetivos de sostenibilidad”, declaró.