La sensibilidad táctil es primordial en el manejo del bovino. Quitar el miedo que experimentan los bovinos puede aumentar la producción de leche, por ejemplo. Cuando se toca o roza un animal, sobre todo cuando nos encontramos fuera del campo de visión de los animales, se pueden generar estímulos que pueden implicar reacciones imprevisibles en un animal sorprendido. De acuerdo con las experiencias de los operadores, es mejor establecer un contacto directo como el que realizan los animales, señala Daniel Ghezzi, MV del Área Bienestar animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, en un artículo publicado en cicloneo.com.ar. El contacto con los animales a menudo incluye, entre otros medios, la estimulación táctil. El impacto del contacto humano en el bovino y su comportamiento ha sido clasificado experimentalmente como negativo cuando es desagradable y estresante o doloroso para los animales, por ejemplo, cuando se los golpea, empuja o se les suministra una descarga con picana eléctrica lo cual puede generar miedo a los humanos por parte del bovino. Agrega el profesional que ha sido posible definir las acciones que las vacas perciben como negativas, por medio de pruebas de elección con un laberinto. De acuerdo con los resultados, la acción de retorcer la cola es menos negativa que los golpes, pero la descarga con la picana eléctrica es el trato que más temen. Cabe señalar que retorcer la cola, no altera a las vacas, siempre que el movimiento no conduzca a la lesión o a la fractura de las vértebras. El contacto táctil calificado como “positivo” se describe como agradable, amable o calmante para los bovinos, por ejemplo, acciones como premiar al animal con comida, mostrarse amable y acariciar al animal. Este contacto positivo con los animales ayuda a disminuir el miedo hacia los humanos, por ejemplo, menor ritmo cardíaco y menor concentración de cortisol. Los terneros que habían recibido contacto positivo adicional durante la alimentación, como succionar los dedos, recibir caricias, eran menos propensos a huir cuando los humanos se acercaban y más propensos a aproximarse en comparación con los terneros que no habían recibido tratamiento adicional. Por lo tanto, dichos contactos podrían mejorar la relación humano-animal. Sin embargo, a pesar de los efectos beneficiosos de las caricias, no ha sido posible probarlo científicamente. En los terneros de vacas de cría y terneros de razas productoras de leche, muestran que los efectos beneficiosos no provienen solo de las caricias. Las vacas y vaquillonas parecen ser más reacias a las caricias. A la inversa, los estudios sugieren que el humano que acaricia las vacas lecheras cuando están aisladas o durante una operación higiénica puede tener éxito en la reducción de su ritmo cardíaco y el nivel de agitación. Se ha observado que las vacas lecheras adultas reaccionan a las caricias, en ciertas partes del cuerpo como la región del cuello, en particular las regiones del vientre, de la misma manera que durante el acicalamiento o lamido, se observa en el animal que desciende los pabellones auriculares, alarga el cuello y reduce el ritmo cardíaco. Los resultados de este experimento sugieren que las caricias pueden ser calmantes para el bovino. Ellos aceptan la presencia y el contacto con los humanos, pero la naturaleza beneficiosa de las caricias para la relación humano-animal todavía no ha sido probada. Las diferencias observadas entre los estudios pueden ser debidas al hecho de que un animal puede percibir la interacción como positiva, neutra o negativa dependiendo de las experiencias previas y de su relación con los humanos. ¿Cómo se realiza la interacción táctil con los humanos? Ghezzi dice que el bovino puede aceptar a su cuidador como el líder de su jerarquía, o puede percibirlo como una amenaza. El ambiente de crianza durante los primeros tres meses de vida es importante para la formación de las actitudes posteriores que tendrán hacia los humanos. Los bovinos criados en condiciones extensivas son más propensos a tener miedo hacia los humanos y también por presentar actitudes agresivas hacia ellos. También hay un componente genético, en los terneros de algunas razas y genotipos, ellos se presentan propensos a tener miedo a los humanos. Finalmente, Ghezzi señala que el bovino puede habituarse a la presencia de los humanos y se les puede proporcionar el refuerzo positivo mediante estimulación táctil con caricias o frotándolos ligeramente. Ellos se pueden manejar más fácilmente durante la lactancia y durante el período de transición. Sin embargo, casi el 20% de la variación en la producción de leche se cree que es debida al miedo a los humanos. El sonido de la voz humana, especialmente cuando está elevada o es agresiva, puede inducir miedo, concluye. Fuente: Bienestar Animal y su impacto en la producción de carne, publicado en Cicloneo. www.cicloneo.com.ar