La culpa del calentamiento global “no es de la producción agropecuaria y mucho menos de las vacas, ambos sectores son la solución al problema de producir más alimentos sin aumentar las superficies productivas”.
Así lo afirmó Frank Milthoehner, uno de los científicos más prestigiosos del mundo en el estudio del cambio climático, calidad de aire y la medición de los gases causantes del efecto invernadero, en una nota de El País, de Uruguay.
Milthoehner contó la experiencia de California y la generación de divisas adicionales que hacen los productores a través del metano.
“California tiene legislaciones muy estrictas. Se exige a los productores que reduzcan 40 % la producción de metano para 2030. California produce buena parte de la leche de Estados Unidos y sus productores fueron asistidos financieramente para poder ingresar al mercado de créditos de bajo carbono”.
El gobierno trabajó conjuntamente con los productores, apoyándolos en el desarrollo de la tecnología necesaria para poder producir el biogás a partir de las algunas de decantación del estiércol –que en definitiva es pasto procesado en un digestor como el rumen–, que son tapadas con lonas para que no se escape el biogás el cual es utilizado en el transporte y para el experto, es el combustible menos contaminante y eficiente. A su vez, se reduce la quema de combustibles fósiles y se evita que se incremente el calentamiento global. (Lea: Anuncian US$100 millones para controlar las emisiones de metano del ganado)
El estiércol se descompone y genera metano que es transformado en biogás. “Si una vaca lechera genera con su lactancia US$4.000, el biogás producido por el estiércol agrega en créditos US$2.000 más por año por cabeza a los productores lecheros de California”, indicó el profesional.
Añadió que “estas acciones cambiarán la percepción del público sobre la producción agropecuaria, no verán a los productores como contaminantes, sino como parte de la solución a los problemas ambientales”.
Según el investigador, el mercado de créditos de carbono representa una oportunidad para los productores, principalmente los lecheros, porque incluso “las grandes compañías como Shell, Nestlé o Starbuck, están dispuestos a pagarle incentivos por el hecho de disminuir las emisiones”, explicó.
Milthoehner agregó que la razón por la que compran los bonos de carbono, es porque son grandes consumidores de leche y, como compañía, quieren decirle al mundo que están reduciendo la huella de carbono y la mejor forma de hacerlo es la leche que utilizan.
Ganaderos colombianos le apuestan a la conservación y reducción de gases de efecto invernadero
En Colombia también hay experiencias de ganaderos que le apuestan a la conservación y reducción de gases de efecto invernadero. (Lea: La dieta para el ganado que reduce emisiones de metano)
Según el ministro de Ambiente, Carlos Eduardo Correa, el Sello Ambiental Ganadero permite explorar otras opciones de negocios para ser más competitivos en el corto y mediano plazo. “Debemos pensar que una finca puede tener un portafolio con captura de bonos de carbono, con árboles, con productos no maderables; eso empieza a incrementar la rentabilidad”.
Así mismo, está la Fundación Catarubén, en Yopal, Casanare, que cuando comenzó empezó a recibir solicitudes de ganaderos que querían convertir sus fincas en reservas naturales, que estaban interesados en conservar una cantidad de bosque.
“Empezamos a buscar formas de hacer que la conservación también valga y también genere ingresos, y que eso que hacen esas personas que es muy bonito y que lo hacen por satisfacción propia tenga un reconocimiento de la sociedad. Y a buscar formas con sostenibilidad ambiental pero también sostenibilidad económica”, señala la CEO, María Fernanda Wilches, en una nota del portal de la Universidad de Los Andes.
Allí mismo, indica que “llegamos a estas reservas con bosques que prestan el servicio de captura de CO2 de la atmósfera, pero era un servicio que no se estaba cobrando, que nadie lo estaba valorando, y que estas personas estaban evitando una deforestación. Los cuidan, los limitan, les hacen sus guarda rayas para que las quemas no los dañen, los protegen del ingreso del ganado, hacen inversiones en la sabana para ofrecerle agua limpia al ganado para que el agua silvestre no compita con el agua para el ganado. Son muchas inversiones que hacen estas reversas que al final son actividades que reducen las emisiones de CO2 e incrementan las remociones, que se pueden cuantificar, validar y certificar en bonos de carbono. Al final, entendimos que una tonelada de CO2 removida o evitada de enviar a la atmósfera se puede cuantificar y sacar al mercado, y le generan unos ingresos al propietario y le permiten continuar con sus procesos de conservación”.