“La rentabilidad de una ganadería viene determinada por la digestibilidad de los forrajes que el ganadero les da a las vacas en la ración”, afirmó el profesor Álvaro García, especialista en Ciencias Lecheras y de los Alimentos y director de Agricultura y Recursos Naturales de la Universidad de Dakota del Sur (Estados Unidos).
El planteamiento lo realizó durante un evento sobre las claves para la mejora de la rentabilidad de las explotaciones a través del manejo alimentario.
De acuerdo con lo señalado por el experto en una nota del portal ganaderiasos.com, la única parte de la alimentación de la vaca sobre la que el ganadero puede tener cierto control, es a través de la búsqueda de forrajes que tengan mayor digestibilidad, y por tanto, que permitan obtener más leche y de mayor calidad por kilo de materia seca y menos problemas digestivos.
Para ello, el maíz o el raigrás se deben cortar en el momento adecuado, para que tengan el máximo de fibra digerible y de proteína y almidón. La digestibilidad de la fibra determina la rentabilidad de una ganadería. Todo ello depende del momento de corte, pero también de la evolución de la planta durante su cultivo, en especial si recibió agua en los momentos adecuados para evitar el estrés hídrico.
Así mismo, planteó que el tamaño de las partículas influye en la producción de leche y en las calidades. En el caso del maíz forrajero, por ejemplo, el tamaño óptimo está en alrededor de los 2 centímetros de largo. Sin embargo, todo va a depender de como maneje el productor los comederos, porque si tiene un picado y un mezclado óptimo, pero no hay suficiente espacio en los comederos para todos los animales y un arrimado frecuente de la comida, no será efectivo. De lo contrario, las vacas dominantes comerán una ración y las vacas sumisas otra, y al ganadero lo que le interesa es que todas las vacas consuman una ración similar. (Lea en CONtexto ganadero: Consumo de forraje: mida y ajuste la carga)
La ración de comida
Además, es necesario fijarse en la comida que queda en el comedero después de que coman las vacas, porque en teoría debería ser igual a la que se le ofreció en la ración. Es decir, si queda fibra larga es que los animales están seleccionando.
En Estados Unidos, dijo, la ración está delimitada por los costos de producción. Si la situación económica permite dar más cantidades de concentrado en la ración se da, llegando a niveles de 60 % de concentrado en la dieta y 40 % de forraje, siempre que la relación precio de concentrado y precio de la leche lo justifique.
En dicho país es muy difícil que se baje de un 30 % de concentrado en la ración, o lo que es lo mismo, entre 300 y 250 gramos por litro de leche. Por otra parte, cuando se apuesta por una genética en los animales que demandan un nivel de energía, si no se acompaña con forraje con mayor fracción energética, se pueden generar problemas a la vaca.
Sostuvo que es un imperativo obligatorio seguir creciendo para reducir costos y ganar calidad de vida. “La realidad es que si hace unos años en Estados Unidos los establos que se abrían partían de 500 vacas en ordeño, hoy ya es habitual que comiencen la actividad con unas 2.000 vacas”.
En el país norteamericano productores pequeños y medianos están apostando claramente por el robot de ordeño. En las ganaderías grandes no tanto, porque la mano de obra es relativamente barata y el robot de ordeño sigue siendo caro. La rentabilidad de una ganadería se determina en esencia por el volumen de leche entregada, siendo el objetivo una explotación en la que los cubículos estén ocupados al 100 % con vacas altamente rentables. (Lea en CONtexto ganadero: La importancia de la fibra efectiva en la alimentación del ganado)
En todo caso, indicó, el primer paso en cualquier proceso de expansión debería ser mejorar el volumen de leche producido por vaca y también las calidades antes, incluso, de pensar en meter más vacas.
Sostuvo que el precio de la tierra puede ser un limitante para que las ganaderías sigan creciendo si se compite con otros usos, como los forestales por lo que se debe apostar por diferenciar la producción con leche de calidad, o directamente darle valor a la leche a través de quesos y de otros productos lácteos. “Eso es lo que ha salvado la producción de leche en Dakota del Sur, donde se ha apostado especialmente por la elaboración de quesos y de helados”.