La etapa de transición en la vaca lechera se caracteriza por importantes cambios fisiológicos y metabólicos que se deben tener en cuenta para evitar complicaciones y pérdidas económicas.
Esta situación ocasiona el aumento sostenido de los requerimientos energéticos y, por lo tanto, demanda una adecuación del manejo. Esto redunda en beneficios económicos y productivos y sobre el desempeño reproductivo posterior de la vaca, además de prevenir enfermedades metabólicas.
Así lo plantea Claudio Glauber, docente de la Universidad de Buenos Aires y asesor veterinario especialista en sanidad y reproducción bovinos lecheros, en una nota en el portal todolecheria.com donde señala que durante esta etapa también se presenta una disminución del consumo voluntario de materia seca, lo cual provoca un balance energético negativo (BEN).
De esta manera, la vaca llega al periparto comiendo casi la mitad de lo que come una hembra en producción, consumo que luego del parto debe recuperarse lo más rápido posible. Así, existe una adaptación metabólica y las vacas movilizan reservas de grasa corporal y aumentan los niveles sanguíneos de ácidos grasos no esterificados (AGNE). (Lea: ¿Cómo influye el estrés calórico en el metabolismo de los bovinos?)
Estos ácidos son metabolizados por el hígado, donde se oxidan de manera parcial y consecuentemente forman cuerpos cetónicos; cuando aumentan en sangre por encima de 1,2 mM/l, la vaca entra en cetosis subclínica; si sobrepasan los 3 mM/l, su cuadro es considerado cetosis clínica. Este estado metabólico ocasiona en la vaca lechera reducción del consumo, de la producción láctea y pérdida de peso.
Además pueden reesterificarse en triglicéridos y el hígado posee una capacidad limitada para exportarlos mediante la formación de lipoproteínas de baja densidad (VLDL), por lo que se acumulan, produciendo “hígado graso”.
Esta limitación estaría causada por un déficit en la síntesis de fosfatidilcolina (FC) hepática, debido a que es un componente crítico de las VDLD. Siempre que exista un aumento en la necesidad de movilizar triglicéridos desde el hígado, habrá un aumento en los requerimientos de FC.
El periodo de transición es la etapa más estresante del ciclo productivo de una vaca lechera. Además del balance energético negativo y sus posibles consecuencias (cetosis e hígado graso), existen otras patologías frecuentes en esta etapa, como la fiebre de la leche (hipocalcemia puerperal), inmunosupresión, retención de placenta, mastitis, pododermatitis, etc., señala el profesional.
Sostiene en su nota que es importante comprender las causas de dichas patologías con el fin de evitarlas y minimizar las pérdidas económicas. Su prevención debe orientarse hacia el manejo adecuado de la alimentación: cantidad, calidad y momento y forma de administración. (Lea: La importancia del colesterol en el metabolismo de los bovinos)
El manejo del comedero y el confort de los animales en esta etapa resultan esenciales para obtener óptimos resultados; esto es, una correcta sanidad y óptima fertilidad subsecuente.
Concluye señalando que los eventos alrededor del parto son importantes para el desempeño reproductivo futuro y la evaluación periódica de los mismos ayuda a diagnosticar causas de errores de manejo y corregirlos a tiempo. Esas mediciones deben empezar al secado de la vaca, cuando se puede evaluar la condición corporal y monitorear su evolución.