El hígado graso o vaca gorda, es una enfermedad metabólica que afecta en especial al ganado de leche.
Yesid Lora, médico veterinario y zootecnista de la Hacienda Villa María, Almacén Agropanorama y del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), aseguró que sobre esta patología no se hace un buen diagnóstico o se tiende a confundir con otro tipo de enfermedades. Se comienza a reflejar con un proceso de acidosis, metritis, problemas digestivos o hipocalcemia.
“El diagnóstico se realiza mediante un estudio histopatológico por biopsia principalmente o algunas veces se toman unas muestras con unas agujas filantes, largas, que lleguen a la parte del hígado, tomando la muestra de biopsia para hacer el estudio. Sin embargo, es un proceso que complica el diagnóstico”.
Lora aseveró que este tipo de diagnóstico no es fácil, no está a la mano de cualquier médico veterinario, ni de cualquier región que pueda practicar una biopsia y mandarla en el momento.
Las vacas que presentan esta enfermedad, por lo general suelen tener una alta condición corporal. Estas vacas están dentro de la escala de gordas u obesas, presentando el problema por tener más cantidad de hígado graso, indicó Lora.
El consumo de alimento de las vacas es lento en comparación con la producción de leche. En los momentos que la vaca disminuye el consumo de alimento, el animal toma reservas de las grasas conservadas en el hígado para aportar al proceso de energía de la producción, explico Lora.
Esto sucede cuando las vacas paren, disminuyen consumo de alimentos por estrés, cambio de ambiente, presencia de perros, ruidos, comportamiento del humano que desequilibre su bienestar e incluso por cuidar sus crías.
“Las grasas corresponden al 2 % de un hígado de tamaño normal de esta vaca adulta, que puede pesar un promedio de 3,50 a 3,70 kilos promedio, cuando el porcentaje de grasas está más aumentado aproximadamente entre 5,7 %, esto correspondería a 8 o 10 veces más de lo que es normal en ellas”, dijo Lora.
Es ahí cuando la vaca utiliza lo que debe y el resto viene siendo algo excesivo; el hígado se congestiona, sus funciones empiezan a disminuir y las células hepáticas se ven afectadas por ese gran acumulo de grasas, agregó.
“Por tanto, todas las funciones de ese hígado se van a empezar a afectar. Este no solo no va a cumplir la función de eliminar las toxinas, sino que no va hacer las funciones de metabolizar uno de los componentes principales como lo es la hemoglobina, el hierro, entre otras funciones como la absorción de grasas del intestino”, aseveró Lora.
El animal al tener hígado excesivamente grasoso deja de comer, tiende a postrarse y a pararse; entra en un círculo de descompensación bajando la producción.
Más que tratamiento, se recomienda prevenir y mantener las vacas al momento del parto en una condición corporal de 3 a 3,5 según la escala de 1 a 5.
Las enfermedades en el posparto –como la retención de placenta, mastitis, metritis, acidosis e indigestiones–, ayudan a que la vaca empiece a remover las cantidades de grasa porque el animal disminuye el consumo de alimentos. En consecuencia, toman las reservas de grasas porque no está recibiendo la comida necesaria para poner a funcionar el organismo, reveló Lora.
El animal empieza a remover esa sangre, circulan esos ácidos grasos, cuando estos transitan, hay una referencia de 0.3 miliequivalentes por litro; circulación normal de esos ácidos, pero si empiezan a removerse en cantidades grandes como 0.7 o 0.9 por litro, se presentan circulaciones excesivas a nivel sanguíneo y es ahí cando se empieza a presentar el caso, remató Lora.
Finalmente, se recomienda siempre consultar un experto para diagnosticar enfermedades y dar tratamientos a las enfermedades.