En un artículo anterior, discutimos sobre algunas afecciones de las estructuras de pene y prepucio en machos vacunos, entre las se distinguen las congénitas, las adquiridas y las secundarias a los procesos mencionados. En esta entrega, revisaremos las afecciones adquiridas.
Estas hacen referencia a patologías o problemas que surgen a lo largo de la vida del toro, que no tienen que ver con enfermedades hereditarias o congénitas. De acuerdo con el portal Reproducción Veterinaria, entre estas figuran hematomas, heridas, prolapsos y tumores.
Hematomas
La fractura de pene es una afección común del bovino debido a la violencia del acto sexual o a la inexperiencia de las primeras montas. Aunque se le denomina así, no siempre se produce la ruptura o desgarro del órgano, sino una lesión muscular interna o externa sin llegar a ser fractura.
Los hematomas pueden ser desde pocos centímetros cúbicos de sangre hasta varios litros, así como intra o extrapeneano, tomando en cuenta la efusión o no fuera de las estructuras del pene. (Lea: Estas son algunas afecciones en el pene o prepucio de los bovinos)
María José López, en su tesis para el título de Doctora en Ciencias Veterinarias, explicó que los hematomas se deben, aparentemente, a una repentina angulación o torsión del pene erecto durante el servicio y no solo a una elevada presión sanguínea en el cuerpo cavernoso. La experta detalló los factores que hacen más propensa a la especie bovina:
“Es frecuente en toros activos con un fuerte impulso sexual que montan a vacas en pastoreo, la forma como el vacuno realiza el acto sexual, con violencia y en movimiento, la diferencia de tamaños entre machos y hembras, la falta de experiencia en toros jóvenes, además el largo del pene, con su poca extensibilidad y con dos puntos de apoyo (vulva y boca prepucial) muy distantes entre ellos”, escribió.
Empieza con una hinchazón leve y fluctuante, luego firme y dura, mientras que el dolor se hace más evidente. El animal se resiste a la copula, pueden presentarse adherencias, para lo que debe hacerse un diagnóstico diferencial con tumores, fibrosis crónicas y rotura de uretra.
Cuando se presenta, se debe proceder como primera medida a retirar al toro del servicio, para luego aplicar antibióticos sistémicos y coagulantes, baños de agua fría a nivel de la lesión, y dependiendo de la gravedad, se debe efectuar una cirugía para limpiar el coágulo.
Heridas
Son afecciones propias del aparato reproductor con las mismas etiologías que un hematoma, las más comunes son a nivel de mucosa parietal y menos en el glande. Según su ubicación y etiología en: la mucosa prepucial, el pene, la boca prepucial, por estrangulamiento de pelos o por arrancamiento de papiloma.
Las heridas y desgarros en la mucosa parietal se acompañan de intensa inflamación y edema. Este no suele producir más que un pequeño prolapso prepucial, siendo la evolución más común el absceso. (Lea: Cuidados a la hora de practicar la cirugía de desviación de pene en toros)
En cambio, las heridas del glande suelen producir prolapso peneano, primero intermitente y luego permanente con intenso edema y alteraciones de la mucosa. Si la herida está en el extremo peneano puede llegar a producir uretritis que puede impedir la micción.
La gangrena del pene y de la mucosa puede presentarse sino se trata bien este tipo de lesión. Para diagnosticarlo, se puede hacer por inspección digital cuando no se puede protruir el pene, también el vaginoscopio tubular, pero es muy doloroso, y no sirve si la inflamación es muy grande.
El tratamiento consiste en el suministro de diuréticos, antibióticos sistémico y local de amplio espectro, y cicatrizantes. En caso de que la lesión lo imponga, se puede realizar una cirugía menor o la amputación de pene si el proceso es irreparable.
Prolapsos
El prolapso ocurre sobre todo en razas Bos indicus y puede provocar traumatismos, cambios inflamatorios y termina en un prolapso prepucial o fimosis. Los animales son incapaces de hacer protrusión a través del orificio prepucial. (Reportaje: La importancia del toro calentador probador del celo en las vacas)
De acuerdo con la tesis de López, el prolapso prepucial crónico es menos frecuente en vacunos Bos taurus, pero se lo ve en razas para carne tales como angus y hereford. Los toros afectados deben de ser separados del grupo de vacas inmediatamente para prevenir que se agrave y se extienda la contaminación.
Añadió que el tratamiento médico consiste en controlar la infección, disminuir la inflamación y prevenir el prolapso prepucial. La intervención quirúrgica es indicada si el tratamiento médico ha fallado, en casos de prolapso prepucial recurrente y cuando el tejido fibroso resultante del proceso de cicatrización impide el normal movimiento del prepucio.
Tumores
Los tumores del glande del pene en ocasiones pueden evitar la protrusión del pene. Los fibropapilomas de origen viral se observan a menudo en el glande del pene en toros de 2 años de edad, estos se rehúsan a servir o son incapaces de lograr la penetración.
Los tumores de pene pueden causar fimosis (estrechez de la piel que rodea el glande dificultando la visualización del prepucio) e impedir la copula normal. El tratamiento es quirúrgico, con una terapia a base de antibiótico y citostáticos.
Por su parte, López reveló que distintos tipos de tumores se presentan en el área prepucio-peneana. Los sarcomas y sarcoides, macizos y propensos a sufrir un proceso ulcerativo, aparecen en la cara ventral o en las laterales del prepucio del toro. Están unidos íntimamente a la piel y pueden infiltrarse también al tejido subcutáneo.
En toros, el único tumor significativo es el fibropapiloma transmisible, causado por el virus del papiloma bovino. Este tipo de tumor es común y fácilmente reconocible, afectan a un porcentaje del 1,5 % de machos bovinos, entre los 6 meses y dos años de edad.
Se puede realizar un tratamiento quirúrgico, que a juicio de la autora es un procedimiento sencillo, que también recomienda el uso de vacunas, debido a que la fibropapilomatosis del pene puede adquirir tal magnitud en algunas razas puras que la vacunación de los terneros a los 4 meses de edad es recomendable como medida profiláctica.