Caracterizado por un aumento en las precipitaciones, La Niña es un fenómeno predicho por el IDEAM para algunas zonas del país. Este cambio climático ha generado incertidumbre en torno a la toma de decisiones sobre el momento adecuado para la siembra de pastos, un elemento fundamental para garantizar la alimentación del ganado. (Lea en CONtexto ganadero: Ganaderos del Caribe en alarma por fenómeno de La Niña; la UNGRD dice que no tiene recursos para responder)
En conversaciones con Eudes Antonio Garzón, médico veterinario zootecnista y profesional de Fedegán – FNG en la región de La Guajira y el Cesar, se entiende que el principal problema que aqueja a los ganaderos en el Cesar no es solo la cantidad de lluvia, sino la irregularidad con la que se presentan las precipitaciones.
Si bien la cantidad de milímetros de lluvia que cae durante el mes es un factor relevante para la producción agrícola, otro aspecto fundamental es el número de días con lluvias constantes y moderadas.
En los últimos meses, se ha observado una tendencia hacia la concentración de precipitaciones en un número reducido de días, lo que genera lluvias torrenciales que, en lugar de beneficiar las tierras de cultivo, han puesto en jaque a los ganaderos.
Estas lluvias excesivamente fuertes en un corto periodo de tiempo no permiten que el agua se infiltre adecuadamente en el suelo, generando encharcamientos y condiciones adversas para la siembra.
De acuerdo con Garzón, los ganaderos que dependen de la producción de pasto para alimentar a su ganado pueden quedarse atrapados en una encrucijada.
La siembra de semillas de pasto requiere de condiciones de humedades estables y controladas, por lo que un exceso de agua en las primeras etapas de germinación puede resultar fatal para las semillas, al general condiciones de encharcamiento que las ahogan o las desplazan del terreno sembrado.
Este fenómeno climático está generando una atmósfera de incertidumbre entre los ganaderos, quienes no tienen claro si proceder o no con la siembra de pastos.
La pregunta que muchos se hacen es si esperar a que las lluvias estabilicen o arriesgarse a sembrar en estas condiciones. No solo está en juego la productividad del pasto, sino también la inversión económica que esto conlleva.
En algunos casos, los ganaderos prefieren esperar, con la esperanza de que las lluvias se moderen, lo que permitiría iniciar el proceso de siembra sin riesgo de pérdidas. Sin embargo, el retraso en la siembra también tiene su propio costo, ya que puede afectar el ciclo de crecimiento del pasto, resultando en menos alimento disponible para el ganado en los meses venideros.
Ante esta realidad, algunos ganaderos pueden explorar diferentes estrategias para mitigar los efectos negativos del cambio climático como la selección de semillas resistentes, el monitoreo climático o la diversificación del forraje. (Lea en CONtexto ganadero: Ojo agroexportadores: viene el fenómeno de La Niña)