En un mundo cada vez más preocupado por la sostenibilidad ambiental, Brigitte Baptiste, rectora de la Universidad EAN y bióloga reconocida, reiteró la necesidad de repensar los modelos tradicionales de ganadería. Según Baptiste, existen múltiples formas de ganadería que no solo son sostenibles, sino que también favorecen la biodiversidad y la conservación de los ecosistemas. En su intervención, destacó la importancia de los sistemas silvopastoriles, una práctica ganadera que integra la ganadería con la vegetación del bosque, beneficiando tanto a la producción de proteína como a la protección del medio ambiente.

Para Baptiste, modelos como la ganadería regenerativa, que favorecen la captura de carbono, pueden convertirse en una herramienta clave para la preservación de los ecosistemas colombianos. En particular, resaltó el trabajo en las pasturas de la Orinoquía, donde la ganadería ha logrado liberar presión sobre los bosques de galería, contribuyendo a su conservación. Según la experta, estos sistemas permiten una convivencia armónica entre el ganado y la biodiversidad, con una variedad de arreglos ecológicos que se adaptan a las particularidades de cada territorio.

Baptiste también subrayó que el concepto de ganadería en los bosques no es un sueño utópico, sino una realidad posible. “Las vacas, en su origen, habitaban en las sabanas boscosas de África, y fue una transformación tecnológica la que las separó de estos hábitats naturales. Hoy en día, la idea de que las vacas solo deben pastar en campos despejados de bosque es una falacia que no se ajusta a la eficiencia ecológica, ya que un sistema de ganadería en bosques podría ofrecer una producción sostenible de proteínas y otros servicios ecosistémicos, siempre y cuando se mantengan las condiciones adecuadas”.

Economía forestal

En términos de la economía forestal, Baptiste también destacó el potencial que tiene Colombia. Con más de 20 millones de hectáreas de tierra disponibles, el país podría desarrollar plantaciones y bosques regenerados que no solo proporcionen madera, sino también productos no maderables y una amplia gama de servicios ecosistémicos como la regulación hídrica, la protección contra la erosión del suelo y el mantenimiento de hábitats para insectos polinizadores.

Bajo su perspectiva, los bosques desempeñan un papel esencial en la vida del campesinado colombiano. Más allá de los beneficios directos como la obtención de madera, los bosques ofrecen servicios invaluables que permiten la regulación del clima, el enriquecimiento del suelo y la protección de la biodiversidad. Baptiste concluyó que es impensable pensar en una economía campesina exitosa desvinculada de estos ecosistemas fundamentales.

El mensaje de Baptiste es claro: Colombia tiene la capacidad de integrar su producción agropecuaria con la conservación ambiental, haciendo uso de sistemas innovadores como la ganadería silvopastoril, que no solo promuevan el desarrollo económico, sino que también contribuyan a la restauración de los ecosistemas y a la mitigación del cambio climático.