El impacto restaurador de la hacienda La Luisa en el departamento del Cesar fue presentada en la COP 16 sorprendió a los empresarios y expertos ambientales por la eficiencia de los sistemas silvopastoriles intensivos que le devolvieron la vida y es una producción ganadera que captura más carbono del que emite a la naturaleza.
Así los manifestó José Félix Lafaurie Rivera, presidente ejecutivo de Fedegán en la COP 16 realizada en Colombia en la ciudad de Cali, Valle del Cauca, en el 1er Congreso Naturaleza & Empresa, realizado en el marco de la misma por la ANDI y el Consejo Gremial Nacional.
Este proyecto es uno de los ejemplos vivos -finca tipo- del proyecto Ganadería Colombiana Sostenible que ha realizado, promovido y liderado Fedegán durante más de 15 años y que se basa en la implementación de sistemas silvopastoriles intensivos, SSPi.
El desierto
La Luisa en 2006 era un predio en total descertificación consecuencia de un pasado agrícola devastador debido a cuatro factores primordiales: la sobre mecanización, el abuso de pesticidas y la crisis económica algodonera entre los años 1950 a 1990 originada por el paquete tecnológico de la revolución verde.
Los suelos tenían una compactación de más de 50 centímetros de la capa arable y la materia orgánica era del 0,01% lo que significaba que el suelo estaba muerto y la capacidad de carga animal era muy baja con tan solo 0.8 unidades de Gran Ganado UGG por hectárea.
“Hace 15 años me vendieron la idea de la ganadería sostenible y de los sistemas silvopastoriles intensivos y, desde ese momento tuve la convicción de que ese era, el futuro de nuestra ganadería”, afirmó José Félix Lafaurie Rivera, presidente ejecutivo de Fedegán en la COP16 ante empresarios y líderes ambientales del mundo.
“En ese momento también decidí que yo mismo quería venderle la misma idea a los ganaderos colombianos pero no solo como presidente de Fedegán, sino a través de mi propia experiencia como ganadero”, reiteró.
¿Qué hizo?
El líder gremial sembró 179 hectáreas en sistemas silvopastoriles no intensivos en árboles nativos y pastos mejorados, asimismo, 120 hectáreas en sistemas silvopastoriles intensivos, SSPí, con árboles maderables de Eucalipto, además, 16.000 plantas de Leucaena y árboles nativos como Samán, Orejero, Guacamayo, Wui, Corazón Pino, Palma Amarga y Guácimo.
Con ellos, logró implementar callejones de 48 metros de silvopastoriles conformados en 2 y 3 líneas con una distancia óptima entre los árboles para evitar generar demasiada sombra a las especies más bajas.
De esta manera hizo el transitó de toda la especialización en un ganado como el Nelore de ciclo corto y, gracias a la oferta forrajera de calidad, logra obtener un 70 % de probabilidad de éxito genético, la germinación de machos en menor tiempo, así como animales adaptados, excelente calidad de carne y reproducciones sobresalientes.
Capturador de carbono
Enrique Murgueitio, director del Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria – CIPAV, que ha dedicado un gran tiempo de su vida al estudio de la ganadería en silvopastoreo, manifestó que, “Los SSPi pueden mitigar el cambio climático debido a su capacidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, GEI, y aumentar la captura de carbono”.
En La Luisa se desarrollaron ecuaciones de captura de carbono en los suelos hasta de 30 centímetros de profundidad y se constató la reducción del 15% de las emisiones de Metano como efecto de las dietas con Leucaena.
Estos logros asimismo dan como resultado un balance carbono negativo de menos de 1.233 kilogramos de carbono por hectárea por año.
“Las 200 hectáreas de SSPi, permiten la captura de 246.655 kilogramos de carbono cada año”, dijo Murgueitio.
Según este experto, de igual forma en estos SSPi, hay mucha mayor producción de carne sin incrementar las emisiones de gases por unidad animal lo que favorece la reducción de la intensidad de las emisiones en una tercera parte, es decir, entre el 25 y 35 %.
Volvió la vida
La Luisa pasó de tener un suelo cementado a uno esponjoso. En esta unidad productiva de manera simultánea, logró aumentar la materia orgánica del suelo en 2,2%.
¿Qué significa este indicador? El Cesa es una región del bosque seco tropical del territorio colombiano y los procesos de mineralización y biológicos suceden de manera más rápida que la de otros del territorio colombiano.
Tener un índice del 2,2 % de carga orgánica es muy positivo porque ratifica dos factores de gran trascendencia para los suelos: el primero es que los silvopastoriles devolvieron la vida al predio, en el sentido que hay una cadena trófica biológica que se desarrolla conjuntamente con la producción de ganado y, el segundo, es que solo una unidad de materia orgánica es capaz de captar hasta 5 veces su peso en agua, lo que muestra que el suelo ahora tiene una gran humedad y le permite producir todo el tiempo, sea en verano o en invierno.
A La Luisa volvieron los microorganismos, la microfauna y la microflora. Las aves también regresaron al entorno lo que indica que el bosque acoge vida de manera permanente.
Todos ganan
Murgueitio enfatizó que con los sistemas silvopastoriles todos ganamos. Así sucede con la biodiversidad, el clima global y local, la economía de los territorios, los productores de ganado, la gente del campo y de la ciudad. “Necesitamos que estos beneficios para todos sean un propósito de todos”, resaltó.