Después del parto, las vacas padecen una contaminación bacteriana en el útero que debe ser eliminada lo antes posible. A los 40 días, el útero debe estar involucionado, el endometrio totalmente regenerado y la actividad cíclica del ovario normalizada.
Según el MVZ mexicano Fernando Guadalupe Iñiguez, en un artículo publicado en el portal ganadería.com, a las vacas se les exige que produzcan un óvulo fértil y queden gestantes pronto, para obtener una nueva cría, al tiempo que se requiere que produzcan grandes cantidades de leche.
Sin embargo, las deficiencias nutricionales afectan el desempeño reproductivo, son causa de anestro o celos silenciosos, quistes ováricos, retraso de la ovulación, muerte embrionaria, abortos, partos distócicos, retención de placenta y debilidad en los becerros nacidos. Causan también la presentación de trastornos metabólicos como cetosis subclínica, fiebre de leche (hipocalcemia), desplazamiento del abomaso y mastitis. (Lea: 6 factores que afectan los requerimientos de nutrientes en bovinos)
Frente a esto se hizo un trabajo en hatos lecheros de alta producción y se observó el efecto de la aplicación periódica de inyecciones de fósforo, selenio y vitaminas A, D y E el día 30 y el día 8 antes del parto donde se logró una reducción significativa de la incidencia de enfermedades y el mejoramiento del desempeño productivo de los animales.
Las infecciones uterinas se redujeron hasta en un 40 % durante los primeros 5 días postparto, el 95 % de las vacas tratadas completaron la involución uterina a los 35 días (solo el 30 % de las vacas no tratadas logró ese objetivo) y el índice de éxito en la primera inseminación fue superior en un 23 %.
Explica el profesional que el fósforo es un elemento indispensable que participa en los procesos bioquímicos del organismo relacionados con el metabolismo energético, la reproducción y el crecimiento. Además, está fuertemente ligado al metabolismo del calcio y de ellos depende el buen funcionamiento de la estructura ósea y la actividad muscular.
Las raciones y las sales minerales orales, que se ofrecen a las vacas sometidas a los sistemas intensivos de producción, no siempre cubren sus requerimientos. La administración de fósforo inyectable es muy útil, porque se convierte en un aporte de energía que las células pueden usar fácilmente. (Lea: ¿Cómo influyen las vitaminas A, D, E, hidrosolubles y B12 en los bovinos?)
Con las inyecciones de fósforo se reducen considerablemente los problemas metabólicos como la cetosis y la hipocalcemia y se favorece también el proceso del parto, la expulsión de la placenta, la involución uterina, la actividad ovárica y la fertilidad. La administración de fósforo inyectable tiene también un efecto positivo sobre la digestión y la absorción de los nutrientes.
Después de la inyección los niveles sanguíneos de fósforo se elevan rápidamente, entonces, las glándulas salivales toman fósforo de la sangre y elevan la concentración de los fosfatos en la saliva, los cuales, participan en el control del pH en el rumen mejorando la digestión de la fibra y la proteína de la dieta; manteniendo la tasa de renovación de la flora, aumentando la síntesis de proteína bacteriana, favoreciendo también la absorción del fósforo de la dieta, y mejorando el porcentaje de absorción de las vitaminas liposolubles.
La saliva contiene entre 600 y 800 mg por litro de fosfatos. Una reducción en la cantidad de fosfatos en la saliva afecta la digestión y la absorción de nutrientes, debido a que se reduce la producción de biomasa y la actividad celulolítica.
Entre tanto, el selenio participa en los procesos de protección de las membranas celulares contra el daño causado por las sustancias oxidantes que resultan del metabolismo celular. Existe una interrelación importante entre el selenio y la vitamina E. El selenio es un oligoelemento importante para la reproducción. (Lea: ¿Ha escuchado hablar de las mezclas minerales múltiples? Conózcalas)
Las vacas tratadas con selenio y vitamina E un mes antes del parto reducen la duración media de la gestación, el número de partos asistidos, las retenciones de placenta, así como, la duración del puerperio clínico y la incidencia de mastitis. Producen terneros con mayor vitalidad y retornan al estro más pronto que las no tratadas.
El mejoramiento genético en el ganado de carne ha logrado el desarrollo de animales con mayores masas musculares, lo cual implica una mayor demanda de selenio y vitamina E, que si no es cubierta adecuadamente, puede dar como resultado la presentación de problemas de salud.
Por su parte, la vitamina A mantiene la estructura y función normal de las células epiteliales, las funciones glandulares en su nivel fisiológico y participa en la función osteoblástica y el crecimiento óseo. En la vaca participa en el desarrollo del embrión y el feto, la formación de la placenta, favorece el nacimiento de becerros sanos y acelera la involución uterina. En el toro aumenta la actividad sexual y es necesaria para la espermatogénesis.
La carencia de vitamina A en la vaca ocasiona la presentación de celos silenciosos, retraso en la ovulación, quistes ováricos, reabsorciones embrionarias y retención de la placenta. La carencia de vitamina A en el toro causa degeneración del epitelio germinativo en los tubulos seminíferos con la consecuente disminución de la concentración y la motilidad espermática.
A su vez, la vitamina D participa en el control de la movilización del calcio en los huesos y el intestino y es fundamental en la regulación de los niveles de calcio plasmático y la calcificación ósea. Durante la última fase de gestación y la lactancia los requerimientos de vitamina D son más altos debido a la formación del sistema óseo del feto y la necesidad de movilizar mayores cantidades de calcio y fósforo para la producción del calostro y la leche. Si se asegura un buen aporte de vitamina D el becerro desarrollará un esqueleto fuerte y una buena dentadura. (Lea: Importancia de las vitaminas del complejo B para el ganado de ceba)
La deficiencia de vitamina D produce raquitismo, el cual se manifiesta con retraso en el crecimiento, encorvamiento anormal de los huesos largos y fracturas.
La vitamina E es un antioxidante que previene el daño a las membranas celulares. Tiene una acción estimulante de la actividad sexual en los toros y favorece el comportamiento reproductivo en las vacas. Los becerros de vacas que consumen suficiente vitamina E nacen con suficientes reservas y reciben además cantidades adicionales a través del calostro.
La deficiencia de vitamina E provoca degeneración testicular, desarrollo defectuoso del embrión, distrofia muscular, necrosis cardiaca y anemia.