Paige Stanley y Jason Rowntree, investigadores de la Universidad de Michigan en Estados Unidos publicaron un estudio en la revista Agricultural Systems que explica muchos de los interrogantes y aparentes contradicciones dentro del debate de ganadería industrial versus ganadería a pasto. El debate siempre ha estado en torno al tema de la contaminación: mientras unas autoridades dicen que la ganadería convencional industrializada es el sistema más eficiente y que menos contamina, otros defienden un sistema más natural porque tiene muchas ventajas, incluyendo la mitigación del efecto invernadero. (Lea: Cómo incrementar la producción agrícola y reducir emisiones de carbono) El artículo parte de la base de que en la mayoría de los trabajos previos en los que se han comparado las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI, que son el CO2, el CH4y el N2O) de los dos sistemas de producción (sobre pastos o en establo), no se ha tenido en cuenta la capacidad de captura de los pastos ni se han utilizado datos provenientes de los hatos donde el pastoreo se planificara correctamente. Es decir, aquellos predios en donde los animales se agrupan de forma bastante compacta en parcelas en las que permanecen poco tiempo y que se dejan descansar por periodos relativamente prolongados. Tanto el manejo holístico, como el PRV, como el pastoreo rotacional, y un sinfín de variantes más, se pueden englobar dentro de esta categoría. Lo primero que hicieron los investigadores fue estimar, utilizando complejos métodos de cálculo y algunas mediciones, las emisiones de GEI durante todo el periodo de cebo de dos modelos de producción: Uno convencional en el que los animales se ceban a base de cereales durante cerca de seis meses, y otro basado en pastos en el que los animales comen hierba y forrajes en la etapa final y en el que el pastoreo se planifica correctamente (ambos grupos de animales se habían criado solo con leche materna, pasto y forrajes hasta el momento en el que comenzó el estudio). (Lea: Los árboles preservan el carbono en los suelos) Los resultados de esta parte del estudio concuerdan con los resultados publicados hasta la fecha: Por cada kilo de carne producida, la carne de pasto emite más GEI que la carne industrial. Las emisiones correspondientes a la carne de cebadero ascienden a 6,09 kg de CO2-e por cada kg de canal. Las correspondientes a la carne criada sobre pastos bien gestionados a 9,62 kg de CO2-e por cada kg de canal. Debido a la fermentación ruminal, la emisión de metano (CH4) es mayor cuando los animales se alimentan de pastos fibrosos que cuando se alimentan de cereal. (Lea: Las raíces de árboles tropicales representan una reserva de carbono) Los animales criados a base de pasto dan menos kilos de carne por animal que los animales criados con cereales. Todo ello contribuye a que la emisión de GEI por kilo de carne producida sea mayor en el caso de la carne de pasto. Además del cálculo anterior, durante cuatro años los investigadores también midieron la cantidad de carbono presente en las tierras de la granja donde se estaba llevando a cabo el pastoreo bien gestionado. Esto es lo que no se había hecho en muchos de los estudios anteriores, y la razón por la que este artículo es tan importante. Observaron un incremento en el carbono acumulado en el suelo de 3,59 toneladas de C por hectárea y por año. Traducido a equivalentes de CO2 secuestrados de la atmósfera estaríamos hablando de -16,27 kg de CO2-e por kg de canal (el signo negativo significa que es carbono que se ha secuestrado en el suelo, no emitido a la atmósfera). (Lea: Ganadería favorece almacenamiento de carbono) Por lo tanto, si se hace el cómputo de carbono emitido menos carbono secuestrado se obtiene que, por cada kilo de canal, se han secuestrado -6,65 kilos de equivalente de CO2 mediante el sistema de pastoreo bien gestionado. Por otro lado, no se puede atribuir ningún secuestro de carbono al sistema de cebadero, sino todo lo contrario: los investigadores incluyeron contribuciones adicionales de emisiones debidas a la erosión que se produce en los campos cultivados. En este caso el cambio fue pequeño y la cifra de emisiones de carbono se queda en 6.12 kg de CO2-e por kg de canal (antes de incluir la erosión la cifra era 6.09 kg de CO2-e por kg de canal). (Lea: Ganadería debe reducir emisiones y capturar carbono) Es decir, cuando se tiene en cuenta el secuestro de carbono que tiene lugar cuando el pastoreo se gestiona correctamente, la captura es muy superior a las emisiones y comer carne de este tipo contribuye a disminuir la cantidad de GEI presentes en la atmósfera. Cuando se compre carne de pasto proveniente de animales pastoreados correctamente, nadie puede decir que se está contribuyendo al calentamiento global. De hecho, se está haciendo todo lo contrario. Fuente: De Yerba.