Cuando la vaca transita cierto nivel de estrés debe verse como una respuesta a que algunos de sus órganos o estructura están siendo sometidos a una tensión o exigencia que lo coloca al borde del desequilibrio.
Así lo planteó el médico veterinario Roberto Albergucci, asesor y docente de la cátedra de ganado bovino de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en una nota recogida por el portal todolecheria.com.ar, luego de un evento realizado por la Asociación Pro Calidad de la Leche y sus Derivados (APROCAL), donde indicó que el animal está siendo sometido a esfuerzos que le genera malestar y no da la lucha por encontrar equilibrio.
Hay partes de su estructura que son más sensibles a estas presiones. El rumen, la ubre, el hígado y la salud podal son algunos de los modos como se expresa este estrés.
“Tengamos en cuenta que una vaca en estado natural construye una estrategia de bienestar en el contexto en el cual se desenvuelve, a diferencia de una vaca en producción intensiva a la que hay que asistirla con alimento nutritivo, agua fresca y limpia, techo, cama, aire, higiene y asistencia atenta. Si esto no es así, el destrato empuja al desequilibrio”, describe Albergucci.
Existen diferentes factores que inducen a una pérdida de bienestar como los físicos, pero también aquellos que tienen que ver con el comportamiento, o los cambios que puedan observarse en su conducta. Esto puede deberse a modificaciones en la jerarquía social dentro del mismo rodeo, cambios sensibles en el ambiente, o bien modificaciones significativas en la relación con las personas que interactúen con ellas.
Por ello, se necesita ir construyendo sensibilidades en el personal, de tal modo que puede afinarse la capacidad de percepción de anomalías en torno al comportamiento, pues en muchos casos las manifestaciones son sutiles y “si podemos anticiparnos mejora sensiblemente la posibilidad de abordarlos”. (Lea en CONtexto ganadero: Los diferentes tipos de estrés que pueden presentar los bovinos)
Se debe tener en cuenta que, en caso de que la pérdida de bienestar se deba a la presencia de alguna patogenia se corre el riesgo de que se promuevan contagios a otros individuos, por lo que se necesita medir, registrar, acreditar en planillas para reconocer regularidades y anomalías en los individuos que componen un rodeo determinado.
Protocolos de bienestar
Por su parte, la uruguaya Elena de Torres, doctora en Medicina y Tecnología Veterinaria, en el mismo evento, expuso sobre los protocolos de bienestar animal en ese país. Convencer de la importancia del bienestar animal para transmitirlo al equipo de trabajo; y a partir de ello organizarse para abordar esta tarea.
Desde el punto de vista genético Uruguay ha trabajado en conseguir animales de una mejor performance tanto en cantidad como en la calidad de la leche, tanto en grasas como en proteínas. Estos individuos, por su producción y por la carga se hacen más susceptibles de contraer patógenos diversos.
“Debemos pensar también en construir un lugar de trabajo que sea deseado, donde se quiera trabajar. El bienestar en un triángulo entre los animales, las personas y el ambiente. Si algo se afecta comienza a peligrar la sostenibilidad”, indicó. (Lea en CONtexto ganadero: Bienestar animal, el mejor aliado de la producción ganadera)
Añadió que se debe construir una buena relación humano-animal, no solo porque eso mejora los números del tambo sino porque disminuye la propensión a contraer enfermedades, a incrementar el riesgo o el estrés.
La profesional uruguaya describo la producción lechera en su país como diversa, donde conviven sistemas diferentes adaptados a cada contexto y escala. Por ello propone evaluar el bienestar animal por áreas en el tambo. En los sistemas pastoriles hay que analizar el pasto, las distancias y las características del bebedero, la sombra, manejo de vaca parida y la carga, entre otros ítems.
La podología
Otro de los puntos del bienestar tiene que ver con el estado de las patas de los animales. Según el podólogo bovino y docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), de Argentina, Enrique Pofcher, “cuando hablamos de patas generalmente se plantean soluciones mágicas y en este problema no las hay. Y las soluciones más a mano es acudir a antibióticos que no reporten presencia en leche, y si no mejora le duplicamos la dosis. Si sumamos Antibióticos + leche descartada + tiempo de asistencia es mucho más oneroso que llamar a un especialista”.
Añadió que “a las vacas rengas las asociamos a tres causas: barro, alimentación incorrecta y antibióticos. Aun en épocas de pocas lluvias los problemas de pata siguen siendo muy frecuentes”, por eso no todo debe asociarse a estos factores, sino que hay múltiples aspectos que llevan a renguear a las vacas, y “uno de los problemas es que no sabemos reconocerla, cuando la dificultad para moverse o levantarse se manifiesta abiertamente”.
El especialista expuso algunas razones que justifican tantos problemas de patas en los rodeos lecheros. “Uno de ellos es que se pone el frente de la identificación de esta dolencia a personal con baja capacitación, unido de una amoladora con disco de corte”. (Lea en CONtexto ganadero: Cómo manejar la podología en bovinos de carne y de leche)
La comida es esencial, pero debemos reconocer las etapas. Una vaca posparto tiene balance energético negativo y baja sensiblemente su peso y esto hay que vigilarlo, puesto que esta reducción se observa también en sus patas, con la pérdida de su almohadilla digital, que tiene la función de amortiguación en la pisada. Es por ello que la presencia de renguera es muy propia del periparto.