Durante este período, las vacas experimentan cambios fisiológicos significativos que aumentan sus requerimientos nutricionales. Proveer una dieta adecuada es esencial para asegurar una gestación exitosa y una producción eficiente en el futuro. (Lea en CONtexto ganadero: 5 cuidados que hay que tener con una vaca durante la preñez)
Julio Garmendia, médico veterinario, explica que el período alrededor del parto es muy dinámico y relacionado con cambios endocrinos y metabólicos que ocurren en la vaca, en el feto en desarrollo, durante el parto, la lactación y en el restablecimiento de la función reproductiva posparto.
“Muchas investigaciones han señalado que las vacas gestantes que ganan peso preparto tienen mejor comportamiento reproductivo ya que están en un balance energético positivo. Por lo tanto, todo productor que desee mejorar el comportamiento reproductivo posparto debe monitorear los pesos alrededor del parto”, detalla Garmendia.
Por el contrario, si hay pérdidas de peso y condición, los productores deben establecer estrategias alimenticias para evitar problemas en la salud de la vaca y el feto. De acuerdo con el profesional, “es mucho más fácil y económico engordar una vaca o novilla antes del parto que después del mismo”.
Ante esta situación, es fundamental hacer una evaluación de la condición de la vaca cuando llega el séptimo mes de gestación. Si el objetivo es lograr que la hembra al parto no tenga, al menos una costilla visible, es necesario decidir cómo alimentar a ese animal.
“La preñez de una novilla de primer parto es mucho más difícil que en una vaca adulta ya que ella debe producir leche y continuar creciendo. Si la novilla queda preñada por primera vez con un peso menor de 300 kg se debe procurar que ella gane, al menos, casi medio kilogramo diario durante la preñez. Esto permitirá un peso de 430 kg al parto”, describe Garmendia.
Las necesidades de proteína para la gestación son relativamente poco importantes hasta los dos últimos meses, cuando las necesidades crecen de forma exponencial. Este aumento de las necesidades de proteínas tiene su origen en el crecimiento del feto y, en las semanas previas al parto, en la síntesis de calostro.
Este aumento en las necesidades proteicas se agrava por la disminución de la ingestión de alimentos en las semanas previas al parto. Los efectos del balance proteico negativo se muestran en el postparto, ya que el déficit generado durante el preparto se suple con la movilización de reservas corporales.
La energía también es esencial para mantener las funciones corporales y apoyar el crecimiento fetal. Durante la gestación, la demanda energética de las vacas aumenta considerablemente, especialmente en el tercer trimestre. Las fuentes de energía incluyen forrajes de alta calidad, granos y suplementos energéticos.
Además, el manejo nutricional de las vacas gestantes debe centrarse en proporcionar una dieta equilibrada que cubra todos los requerimientos de energía, proteínas, minerales y vitaminas. (Lea en CONtexto ganadero: La buena nutrición en vacas gestantes garantiza el desarrollo de las crías)