Por: Juan Esteban Correa Rodríguez | Periodista Unimedios
En 11 fincas ganaderas de los municipios de La Vega y Nocaima (Cundinamarca) se observó que, a mayor abundancia de estos insectos en las boñigas bovinas, mayor es la calidad y fertilidad del terreno, lo cual genera beneficios productivos y económicos para los dueños de estos agro-ecosistemas.
Así lo demostró la investigación de un grupo expertos en agro-ecología que recogió una gran cantidad de estiércol bovino en los potreros de estas fincas –24 a 48 horas luego de ser defecado– para hacer un experimento con 360 masas fecales, que ponía a prueba a los escarabajos coprófagos.
Durante 90 horas se colocaron masas fecales de 1kg en distintos puntos de las fincas: mientras algunas estaban en una especie de trampa para que los escarabajos no pudieran alcanzarlas, otras estaban libres para que los insectos llegaran a ellas.
“Entre el 19 y 60% de las masas expuestas fueron incorporadas por los escarabajos coprófagos, especialmente por la especie D.belus. El desempeño fue más bajo en fincas con ganadería extensiva y que habían removido las coberturas boscosas o no tenían un manejo riguroso del ecosistema”, asegura Ingrid Quintero Silva, doctora en Agroecología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), líder de la investigación.
Añade que, “un ejemplo notable fue el de la finca Loma Larga, en la que se encontraron 175 escarabajos trabajando activamente el suelo donde se habían dejado las masas, lo cual es impresionante y demuestra que ellos son los verdaderos trabajadores naturales de estos suelos cultivados”.
Estos pequeños ingenieros con coraza y patas fuertes, que miden entre 5 y 20mm, se “enteran” de que hay excremento y llegan con hambre a alimentarse, y mientras unos solo comen sobre la boñiga y se van, otros se establecen y elaboran galerías –superficiales o profundas bajo tierra–, e incluso ponen sus huevos allí. De las 31 especies encontradas en los bosques, cañadas o potreros, 4 fueron clave para la incorporación del estiércol bovino, pero D. belus, o escarabajo tonelero, se robó el protagonismo.
Esta especie construye galerías de hasta 16cm en el suelo, y, como si fuera un apartamento subterráneo de varias habitaciones, va instalando el excremento en distintas cámaras. Según la experta, “es curioso lo que pasa con el estiércol bovino y esta especie, ya que las heces de los bovinos tienen menos nutrientes que el excremento de primates y humanos (preferido por otras especies de escarabajos coprófagos), pero para los D. belus esto no es un problema”.
“Los suelos bajo las masas fecales expuestas presentaron mayores valores de pH, nitrógeno total y hongos de vida libre frente a los suelos donde los escarabajos coprófagos no realizaron actividad funcional. Estas mejores condiciones del suelo son fundamentales para mantener el crecimiento y la productividad de las pasturas, que son el alimento base del ganado en la región”, asegura la investigadora.
Otro resultado importante de la investigación fue determinar la importancia de D. belus en los potreros de la finca Loma Larga, a partir del conteo de las boñigas excretadas por el rebaño (97 unidades ganaderas) y colonizadas. Los beneficios que esta especie le ofrece al propietario se pueden traducir en casi toda la materia orgánica anual y la tercera parte de nitrógeno que se requiere para mantener una óptima productividad de la pastura y el sistema silvopastoril de la planta peladera, liliaque, huaje o guaje (Leucaena) en la finca.
Con su trabajo, estos escarabajos también eliminan el medio reproductivo de moscas parasíticas del ganado, que afectan severamente la industria ganadera en muchos países, y con las galerías subterráneas crean condiciones ideales para otros organismos como las lombrices, fundamentales para la formación del suelo. Además, contribuyen al problema del cambio climático, pues evitan la liberación lenta de gases de efecto invernadero como el amonio o el dióxido de carbono durante la descomposición de las boñigas en la superficie.
Lo natural y lo cultural de la mano
Durante la investigación se emplearon drones para recolectar información sobre las características de cobertura en las fincas y en el paisaje ganadero aledaño, y también se estudiaron las condiciones químicas y biológicas. Además se utilizó el índice de la estructura agro-ecológica principal (EAP), que tiene 24 indicadores para evaluar diversas formas y manifestaciones naturales y culturales que poseen los agro-ecosistemas ganaderos y sus propietarios; después de realizar una modelación estadística de la incorporación de las masas fecales, 8 indicadores resultaban clave para predecir la función realizada por los escarabajos.
Entre dichos indicadores están: la distancia corta de los bosques de cañada o vegetación original presente en las fincas o en el paisaje, de donde provienen los escarabajos a los sistemas productivos; la extensión o continuidad de corredores biológicos dentro de la finca (cercas vivas o vegetación en regeneración); el forrajeo de ganado que favorece los árboles dispersos en los potreros; la rotación del ganado para que no dañe los suelos, y las dosis de medicamentos veterinarios como la ivermectina.
Los indicadores del EAP se pueden consultar de manera más detallada en el siguiente enlace: https://doi.org/10.3390/su142113738
Fuente: periódico.unal.