La ganadería es una actividad que requiere no solo de conocimientos técnicos y habilidades prácticas, sino de una visión clara y bien definida. La clave para el éxito en la ganadería, como en cualquier otra empresa, radica en empezar con el fin en mente, es decir, tener un objetivo claro desde el principio y trabajar de manera consistente hacia su logro. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Cómo establecer los objetivos para su empresa ganadera?)
Jaime Elizondo, ingeniero agrónomo y experto en ganadería, explica que “además de ser importante el terminar lo que se comienza, debemos estar seguros acerca de qué es lo que queremos. Esto lo digo porque, muchas veces creemos que queremos algo, cuando en realidad estamos buscando lograr lo que otros nos dicen que queremos”.
Antes de comenzar cualquier proyecto ganadero, es fundamental definir qué se quiere lograr. Esto no solo incluye los objetivos económicos, sino también aquellos relacionados con la sostenibilidad, el bienestar animal, la calidad del producto y la eficiencia operativa.
Un ganadero puede tener la meta de producir carne de alta calidad para mercados premium, mientras que otro puede enfocarse en la producción lechera sostenible con un enfoque en la reducción de la huella de carbono. Ambos objetivos son válidos, pero requieren estrategias completamente diferentes.
Elizondo asegura que es fundamental que, “el ganadero debe trazar su propio camino y decidir qué es lo que realmente quiere, cómo lograrlo y, lo más importante, cuánto tiempo tiene para conseguir ese objetivo”.
Un objetivo claro actúa como una brújula, guiando cada decisión que se toma en la finca. Desde la elección de la raza de ganado, el tipo de alimentación, el manejo de los recursos naturales hasta las prácticas de comercialización, todas estas decisiones deben estar alineadas con el objetivo final. Sin una meta bien definida se corre el riesgo de tomar decisiones incongruentes que, en última instancia, pueden llevar al fracaso.
Por ejemplo, el ganadero debe pensar “cómo quiere que sea la productividad de su finca en 20, 30 o 40 años porque va a necesitar un tipo de paisaje, que debe estar acorde a las necesidades y deseos que se tienen”, señala Elizondo.
En la ganadería, como en cualquier otro campos, es común encontrar una gran diversidad de opiniones y consejos. Lo que funciona para un ganadero puede ser no aplicable a otro, debido a diferencias en las condiciones climáticas, la disponibilidad de recursos, el mercado objetivo o incluso la genética del ganado.
Seguir ciegamente las prácticas de otros sin una reflexión crítica puede desviar a un ganadero de su objetivo original y resultar en pérdidas económicas operativas.
Esto quiere decir que, en la ganadería, la toma de decisiones debe ser personalizada y adaptada a las circunstancias particulares de cada finca. Esto incluye considerar factores como el tipo de suelo, la disponibilidad de agua, las fluctuaciones estacionales, la demanda del mercado local, y las capacidades financieras y técnicas del ganadero.
Para el profesional, el ganadero debe tener claro qué rentabilidad deséa, pues sin rentabilidad no se puede sostener un negocio. Para tener claro este concepto, Elizondo dice que “el promedio de rentabilidad es las ventas menos los gastos por vaca por año en promedio, pues va a haber años buenos y años malos”.
Finalmente, tener un objetivo claro es solo el primer paso, la verdadera clave del éxito en la ganadería radica en la disciplina y la consistencia. Mantener enfocado en el objetivo a lo largo del tiempo requiere resistencia a las tentaciones de desviarse, ya que sea por podas pasajeras, consejos bien intencionados pero mal informados, o la presión de los colegas. (Lea en CONtexto ganadero: Tips para establecer las metas de su ganadería para este 2024)