La radiación solar puede generar graves daños irreversibles en los animales afectados como la fotosensibilización en bovinos. Conozca cómo identificarla y qué hacer para tratarla en las explotaciones ganaderas.
La fotosensibilización se manifiesta en las zonas despigmentadas con poco pelo o lana, donde se produce fundamentalmente una reacción inflamatoria con edema, dolor, irritación, parpados hinchados e incluso cerrados por el edema. Es por esta razón que en la ganadería no debe haber lugar para descuidos que puedan derivar graves pérdidas económicas. (Lea: Fotosensibilización, un mal silencioso que ataca al ganado de leche y carne)
Por estos días de verano y sol, una de las amenazas silenciosas a las que hay que estar atentos es la fotosensibilización debido a que puede generar opacidad en la córnea y hasta lagrimeo en los ojos de los bovinos.
De acuerdo a lo explicado por el portal Clarin, el médico veterinario Javier Confalonieri expone que hay varios tipos de fotosensbilización. La primaria sucede cuando una sustancia fotoactiva ingresa en la circulación del animal y al llegar a las zonas de piel despigmentadas y entrar en contacto con la luz solar se activa produciendo daño tisular.
El especialista afirma que “la más común en bovinos y ovinos es la secundaria o hepatógena, pues se da cuando alguna sustancia medicamentosa, ya sea antiparasitarios, vacunas, antibióticos; o nutricional produce un daño en el hígado que le impide detoxificar las sustancias tocias que luego producen la fotosensibilización. Es secundaria al daño hepático”. (Lea: Fotosensibilización afecta ganado en los Llanos Orientales)
Cuando estas sustancias fotosensibles llegan las zonas de piel sobretodo en animales despigmentados, y entran en contacto con los rayos ultravioletas producen efectos como úlceras cornerales, caída de la piel del morro, caída de la piel de la base de la cola, resquebrajamientos de la dermis y otros daños muy importantes que pueden llevar al animal a la muerte, advierte Confalonieri.
Además se puede observar a los animales inquietos, rascándose y haciendo intensos movimientos de cabeza, patas y cola con cuadros febriles.
Confalonieri reitera que identificar la causa de este problema muchas veces es difícil porque es multicausal. Además, se suele confundir con la rinotraqueítis infecciosa bovina (IBR), una enfermedad respiratoria aguda y contagiosa del ganado bovino causada por un herpes, lo cual puede llevar a realizar tratamientos equivocados y posiblemente contraproducentes.
El veterinario dice que “haciendo un diagnóstico adecuado, una práctica básica sería sacar a los animales del sol, aplicarles pomadas con antibióticos y con coloración para que no dejen pasar los rayos solares y aun así muchas veces los daños son irreversibles. Es muy difícil la recuperación y debido a las lesiones en la piel, los animales afectados se contaminan fácilmente con enfermedades bacterianas”. (Lea: Genética y fisiología, causas de la fotosensibilidad)
Finalmente, el productor debe tener en cuenta estas observaciones debido a que quedan varias semanas de digas largos con mucha radiación, por lo que se recomienda afinar el monitoreo atentos a cualquier señal de alerta en los animales, y por si acaso tener preparada una zona con fresca sombra para intentar la recuperación.
Fuente: Clarin