Según el artículo “Selección por temperamento: la genética y el manejo” de Marcos Giménez Zapiola, el temperamento es un rasgo heredable que puede ser moldeado fácilmente por el manejo. Argumentó con algunos ejemplos cómo erradicar el gen arisco.
De acuerdo con el autor, “el temperamento es un rasgo altamente heredable en los bovinos, al punto que hay razas que se distinguen por este aspecto de su comportamiento”. (Lea: Conozca el temperamento de la raza Brahman y sus cuidados)
En tanto que la raza hereford y beefmaster son más reconocidas a nivel mundial por su mansedumbre, algunos toros holando son “peligrosos”, otras razas continentales son nerviosas y los índicos poseen un carácter más arisco.
Sin embargo, argumentó que “no se trata de un acervo genético inamovible de las razas, y depende de la selección que hagan los ganaderos y del manejo a que los animales sean sometidos a lo largo de las generaciones”.
De acuerdo con Giménez, la selección por mansedumbre no es habitual en regiones y países donde los ganaderos no reconocen su importancia, ni tampoco pueden suavizar los hábitos de manejo de sus empleados o capacitarlos en el trato al ganado.
En cambio, en países con alto nivel de vida se privilegia el buen carácter del animal. El autor citó una encuesta donde ganaderos norteamericanos ubicaron la mansedumbre como el segundo criterio de selección de toros, después de la fertilidad.
Ventajas del buen temperamento
En primer lugar, el ganado manso requiere menos personal e instalaciones para su manejo, y sufre menos pérdidas durante la cría y el engorde. (Lea: ¿Cree usted que el temperamento debe influir en los procesos de selección?)
“Está comprobado científicamente que los animales ariscos son más lentos en engordar que los mansos y que son más propensos al estrés durante el transporte y la faena”, lo que produce pérdidas cuantitativas y cualitativas en el rendimiento y calidad de la canal.
En el largo plazo, mantener animales con gen arisco se convertirá en un costo muy alto para el ganadero, por lo cual debe observar muy bien el temperamento del animal, que según el autor es algo sencillo porque los animales expresan su genética arisca en el trabajo diario.
“Si una vaca no nos deja acercar a menos de 50 metros, su progenie probablemente herede la misma distancia de fuga, lo que será un obstáculo para el buen manejo y para el engorde, donde se debe trabajar más de cerca”, indicó.
Lo mismo ocurre con el toro que se deja sujetar sin problemas. Aunque la rusticidad o fertilidad se asocia con el carácter dominante de un macho o de una hembra, Giménez apuntó que estos rasgos tienen muy poca relación entre sí.
También ocurre que no se descartan reproductores de mal carácter porque tienen buena conformación o precocidad. Según Giménez, los hijos podrían no heredar estas cualidades, pero sí tendrán problemas de temperamento.
Asimismo, puede haber problemas que no se deban a la genética sino al manejo. Si los animales son maltratados sistemáticamente, se pondrán ariscos. En estos casos, hay que seleccionar al personal y capacitarlo para que pueda manejar el ganado sin maltratarlo ni estresarlo.
El amansamiento no se hereda
El mal temperamento puede quedar tapado por una gruesa capa de amansamiento, así como la mala conformación queda a veces cubierta por una gruesa capa de grasa. Un toro que jugaba con su cuidador puede ser un peligro cuando se vende y pasa a un contexto diferente.
“Además, transmitirá a su progenie ese mal temperamento que estaba totalmente contenido por el manejo de la cabaña. Por ello es importante distinguir la mansedumbre natural de la adquirida a través del manejo. La primera se hereda, la segunda no”, afirmó.
El caso beefmaster
Para hacer una selección efectiva, el autor insistió en que se requiere de tiempo y de adoptar métodos que permitan diferenciar la genética del manejo, o la naturaleza de la crianza. Para dar un ejemplo, recordó cómo fue la creación de la raza sintética beefmaster.
Esta fue la primera raza que introdujo la selección sistemática por temperamento, gracias al proceso diseñado por Tom Lasater en campos del sur de Texas en 1937. (Lea: Una vaca con mal temperamento puede resultar en baja rentabilidad)
El creador de la raza prohibió a sus vaqueros correr detrás de las vacas y empezó a descartar las vacas y toros ariscos, pasando a erradicar el gen arisco en su reposición anual. Con este fin, adoptó el destete a corral, que le permitía detectar a los animales más nerviosos.
Para seleccionar sus futuros toros y vientres, diseñó una prueba muy exigente de mansedumbre: solo la aprobaban los que aceptaban, al destete, comer la ración de su mano. Los que no aceptaban esta forma de alimentación eran descartados.
El resultado, tras más de sesenta años de selección, es notable: los toros beefmaster del rodeo fundacional, que están en el Lasater Ranch de Colorado, son animales que se dejan tocar por los visitantes pese a ser criados a campo, en potreros de centenares de hectáreas y sin ningún tipo de suplementación que ayude a amansarlos.