El toro de lidia es una especie misteriosa distinta en su forma y comportamiento a las demás especies del reino animal, incluso al resto de sus cercanos bovinos con quienes comparte origen común. Conozca la historia de este semoviente en el mundo y en Colombia.
De inconfundible lámina, en la que se combina la presencia, impresión de agresividad y fuerza, la estampa, la alegría y la belleza de proporciones que causa admiración y respeto, el toro de lidia nace y se desarrolla casi de forma doméstica, pues el hombre es quien lo selecciona, lo cuida y lo vigila durante su existencia. (Lea: Toro de lidia, una raza de tradición)
Este animal es la base de una actividad económica muy productiva en los 8 países, incluido Colombia, donde prevalecen las corridas de toros en su cultura y tradición. Su explotación no solo beneficia al terreno donde se cría, sino que su fin predeterminado por el hombre se ha convertido en un espectáculo generador de empleo y riqueza.
Los orígenes del toro de lidia se remontan hacia la primitiva variedad zoológica Uro, o Bos Taurus Primigenius, animal salvaje que habitaba el área geográfica del norte y centro de Europa, el Asia anterior y el norte de África.
Sus orígenes
Desde el siglo XVII, ganaderos españoles iniciaron la selección de esta especie a través de la búsqueda de patrones de comportamiento y fenotipo ideales para la lidia, que durante los siglos posteriores han derivado en las características que hoy conocemos del toro bravo.
Esta especie atravesó las fronteras españolas y gracias a la influencia cultural española, también se instaló en el sur de Francia, Portugal, México, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú. La costumbre ancestral de las corridas, como expresión cultural y artística de los pueblos, ha permitido que el toro de lidia sobreviva a lo largo de los siglos.
“Un toro bravo”
Como lo indica su calificativo convertido en nombre, es precisamente la bravura el principal rasgo que diferencia al toro braco de los demás bovinos. Esta particularidad se ha ido conservando a través de la genética, para sostener esos patrones de comportamiento que el toro desarrolla durante su lidia.
El signo inicial de bravura en los animales de lidia lo marca el galope, sostenido desde que arranca la primera vez que acepta el reto de la muerte. El toro bravo debe acudir galopando al llamado del torero, ya que el trote es señal inequívoca de mansedumbre.
Evolucionando la “bravura”
Para entenderlo, es importante remontarse a las llamadas ‘castas fundacionales’ en España, pues de ellas provienen las ganaderías bravas del mundo. (Lea: Toros bravos, de encaste y un indulto de la ganadería Santa Barbara en Manizales)
- Casta Jijona: Fue fundada a comienzos del siglo XVII por José Sánchez Jijón. Se caracterizaba por una buena alzada, toros bastos, bravos y codiciosos. Se fue extinguiendo a media que en el toreo se incrementaba el arte.
- Casta Cabrera: De origen andaluz, fue una creación de Rafael José Cabrera hacia 1780. Los toros de esta casta eran sencillamente temibles porque se trataba de un ganado inteligente con nervio y agilidad. Este toro era un animal de gran alzada, corpulento, largo galgueño, fuerte y receloso.
- Casta Vazqueña: Fue fundada en 1780 por Vicente José Vázquez. Estos toros son de tamaño medio y tienen gran variedad de capas, como corresponde a la diversidad de las sangres que la componen.
- Casta Vistahermosa: Es la predominante en la actualidad, pues el prototipo de Toro de lidia porque son bonitos, de cabeza pequeña, recogida, son bravísimos y al mismo tiempo presentan una gran nobleza sin doblez.
- Casta Navarra: No todos los conocedores ubican a esta casta dentro de las fundacionales. Estos se distinguen por su pequeña talla, de mucha cabeza, ligeros, nerviosos, bravos y de embestida incansable. Los fundadores fueron Francisco Gündulain y Joaquín Zalduendo.
El toro de lidia de Colombia
En Bogotá, a finales de octubre de 1923, se tuvo conocimiento de la llegada a puerto colombiano de los toros españoles que el insigne y gran aficionado Ignacio Sanz de Santamaría, quien habría importado para fundar la ganadería Mondoñedo y para ser lidiados en la temporada del año siguiente.
En el mes de enero de 1927, en la plaza de San Diego, la ganadería Mondoñedo lidió su primer ejemplar de media casta de nombre quinquillero. Es así, como el apellido Santamaría y esta ganadería están íntimamente ligados a la historia de la fiesta brava en el país, no solo por la ganadería, sino por el hecho más simbólico de la plaza que hoy lleva su nombre inaugurada el 8 de febrero de 1931.
En Colombia, aunque hay también ganaderías en tierras cálidas, los climas apropiados para la cría de ganado de lidia son las tierras altas y frías, toda vez que en ellas gozan de aguas, pastos nutritivos y no cuentan con plagas como la garrapata y el nuche.
Vuelve la fiesta taurina de ‘La Santamaría’
Para 2014, en el país había 44 ganaderías dedicadas a la cría del toro de lidia. Esto había tenido limitantes porque se habían prohibido las corridas de toro en Bogotá, ciudad reconocida por sus fiestas taurinas. Sin embargo, este 2020 inicia con temporada taurina en la capital colombiana, engalanando La Santamaría, esto comenzó en el mes de febrero y se extenderá hasta el primero de marzo. (Lea: Corridas de toros: Hemos olvidado su significado)
Esta temporada, contará con la presencia de los principales representantes del toreo mundial, así como las mejores ganaderías nacionales dedicadas a la cría y manejo del toro de lidia.
Fuente: El toro de lidia en Colombia, elaborado por la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán.