Este árbol, tradicional en regiones como Córdoba, Cesar, Magdalena, La Guajira, Antioquia y Atlántico, es distinguido por tener un papel vital en el desarrollo de sistemas silvopastoriles.
Los beneficios medioambientales que otorga este vegetal son cuantiosos: desde ramoneo para los bovinos, hasta incremento de los ingresos económicos para los productores ganaderos. El Incentivo a la Capitalización Rural, ICR, otorgado por Finagro, hace fundamental y elegible la implementación de los árboles de ébano en sistemas silvopastoriles.
Además de ser una variedad que pocas veces supera los 18 metros de altura y los 30 centímetros de diámetro, es sensible debido a la sobreexplotación de madera y la deforestación a la cual es sometido. Desde el 4 de agosto 1995 fue declarado como especie en peligro en la categoría EN A2cd, mediante la resolución 076395.
Sin embargo, en lugares como Quindío y Valle del Cauca, desde el nivel del mar, su altura puede ser mayor a los 1.000 metros. Su madera es resistente, tiene gran influencia en la producción de arbustos forrajeros, pastos y además es invulnerable al ataque de hongos e insectos.
En países del continente como Brasil y México su conservación ha estado enfocada en hacer de esta especie, una tradición cultural; también en comportarse como una ‘planta nodriza’: bajo su copa alberga cerca de 77 plantas, vitales para el ecosistema en el que se encuentran.
Esta especie en vía de extinción podría ser rescatada por productores ganaderos a través de sistemas silvopastoriles, con el apoyo de la Federación Colombiana de Ganderos, Fedegán y el Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuria, Cipav. Todo depende del tipo de sistema a implementar como bancos forrajeros mixtos, jardines, huertos y árboles o la restauración ecológica de áreas degradadas.