Los señalamientos contra la ganadería han sido desmedidos. Uno de los más repetidos es que usan demasiada cantidad de agua para producir carne o leche. En CONtexto ganadero le explicamos cuál es la verdad detrás de esta falacia.
En los últimos años, la ganadería ha sido cuestionada por su impacto ambiental, especialmente por el presunto uso excesivo de agua en la producción de carne y leche bovina. Una cifra ampliamente difundida sostiene que se requieren 15.000 litros de agua por cada kilogramo de carne, lo que ha generado preocupación sobre la sostenibilidad del sector. (Lea en CONtexto ganadero: Cinco recomendaciones para optimizar el agua en ganadería)
Sin embargo, varios expertos en ganadería analizaron a fondo esta afirmación y han identificado errores en la forma en que se interpreta. ¿Realmente la ganadería es un gran consumidor de agua o se trata de un mito amplificado por falta de contexto técnico?
Para comprender el verdadero impacto en los recursos hídricos, es fundamental diferenciar entre los tipos de agua involucrados en el proceso. Fernando Estellés, ingeniero agrónomo y doctor de la Universidad Politécnica de Valencia, explicó que la famosa cifra de 15.000 litros de agua por kilo de carne incluye toda el agua que interviene en la producción, sin hacer distinciones de su origen.
90 % provienen de las lluvias
Según Estellés, menos del 10 por ciento del agua utilizada en la producción bovina proviene de fuentes directas como ríos, pozos o lagos acuíferos. Esto significa que la que se extrae para el consumo directo de los animales y el mantenimiento de las fincas es una pequeña fracción del total.
El 90 por ciento restante corresponde al agua de las lluvias que caen sobre los potreros donde se alimenta el ganado. “Es un error considerar toda esta agua como ‘consumo de la ganadería’, porque es parte del ciclo hidrológico natural. Si no hubiera bovinos en esas tierras, la precipitación seguiría ocurriendo”, aclaró Estellés.
Este punto también es respaldado por Yonairo Herrera, médico veterinario especialista en producción animal, quien destacó la importancia de contextualizar estos datos para evitar interpretaciones erróneas.
“Es razonable y pertinente hacer este tipo de reflexiones, ya que muchos de estos procesos hacen pensar que generan gran impacto en el equilibrio ambiental, pero la realidad es que están estrechamente ligados a fenómenos naturales”, expresó Herrera.
Consumo de la vaca
La producción de carne y leche se basa en sistemas de pastoreo en los que el ganado se alimenta principalmente de pastos mantenidos por las lluvias naturales. En estos sistemas, el agua de precipitaciones permite el crecimiento del forraje, parte de esta se infiltra en el suelo y beneficia cuerpos del líquido subterráneos, y otra fracción es utilizada por la vegetación para la producción de oxígeno y captura de carbono.
En ese sentido, Estellés insistió en que la mayor parte del agua atribuida a la producción ganadera no es extraída ni consumida directamente de los ríos, sino que es parte del ciclo hidrológico natural.
Si bien el consumo directo de agua es una necesidad para los bovinos, varía en función de varios factores. Según el médico veterinario Juan Vicente González Martín, la cantidad de agua que bebe un animal depende de:
- Las condiciones del agua (temperatura, calidad, presencia de sales o contaminantes)
- La dieta del animal (contenido de humedad de los alimentos y niveles nutricionales)
- Factores climáticos (temperatura ambiente, humedad relativa y velocidad del viento)
- Factores fisiológicos (peso, producción de leche, gestación y actividad física)
Por lo tanto, para hacer una estimación práctica, González Martín expuso que por cada kilogramo de materia seca consumida, un bovino bebe entre 4 y 5 litros de agua. Además, por cada litro de leche producido, la vaca necesita entre 4 y 4.5 litros de agua.
Por ejemplo, una vaca que consume 22 kilos de materia seca al día beberá entre 88 y 110 litros de agua diario. Si una vaca produce 55 litros de leche al día, su consumo oscilará entre 220 y 250 litros diarios.
Además, el agua que los bovinos consumen no se pierde por completo. “Gran parte de esta agua se reintegra al ecosistema a través de la orina y las heces, contribuyendo a la fertilización del suelo y al ciclo hidrológico”, resaltó González Martín.
Manejo sostenible
Si bien la ganadería requiere agua para el consumo de los animales y algunas operaciones productivas, en sistemas bien manejados se aplican estrategias para minimizar el impacto hídrico y hacer uso eficiente del recurso.
Estellés mencionó algunas prácticas de manejo sostenible que están implementando muchos productores como la captación y el almacenamiento de agua lluvia, la protección de las fuentes hídricas, la rotación de potreros y uso de bebederos eficientes.
A lo que Herrera respaldó con que “más allá de la cantidad de agua utilizada, lo realmente importantes es la eficiencia con la que se gestiona”,
Los expertos reiteraron en que la gran mayoría del agua involucrada en la ganadería no es extraída ni utilizada de manera exclusiva para la producción, sino que es parte de un ciclo natural que seguirá ocurriendo con o sin la presencia de los bovinos. (Lea en CONtexto ganadero: La sostenibilidad en la ganadería empieza por el manejo del agua)
“El verdadero desafío no es eliminar la ganadería, sino optimizar su gestión y hacer que conviva de manera responsable con el medio ambiente”, concluyó Estellés.