Esta patología es mencionada por la literatura y estudiada por los aspirantes a médicos veterinarios, pero no es muy usual en la práctica. Aquí le contamos en qué consiste y qué debe hacer cuando ve uno de estos impresionantes casos.   Gabriel Andrés Pinilla Peña, estudiante de Medicina Veterinaria en la Universidad de La Salle, explicó que esta malformación congénita, a pesar de su rareza, es la más común. (Lea: Malformación bovina: un asunto de cruces, infecciones y herencia)   “La más reportada, aún con una frecuencia muy baja, es el Schistosomus reflexus. No se conoce la etiología, aunque algunos autores han sugerido que puede darse por causas genéticas, específicamente un gen recesivo que presentan tanto la madre como el padre”, indicó.   De acuerdo con Pinilla, esta conclusión fue extraída de un estudio de pedrigree en casos reportados de la malformación. Los autores encontraron que en todos los casos, el factor común eran 4 toros Holstein.   Añadió que otro autor sostuvo, en 2011, que el Schistosomus no es genética, sino un desarrollo anormal de la etapa embrionaria. (Lea: Deficiencia reproductiva en la ganadería puede deberse al toro)   “El disco embrionario presenta 3 capas: el ectodermo, mesodermo y endodermo. Fisiológicamente, estos se van a curvar hacia abajo, para cerrarse completamente y luego se curvan hacia arriba para cerrar el tubo neural”, aclaró el estudiante.   La anomalía se presenta cuando hay una inversión de las capas pues no se cierran hacia abajo, sino hacia arriba. Entonces, la más externa, el ectodermo, queda al interior, mientras que el endodermo estaría hacia fuera.   Cuando esto ocurre, se produce la malformación resultando en crías con órganos abdominales quedan expuestos y una inversión de la columna vertebral, haciendo que el cráneo quede paralelo al coxis. (Lea: Las 5 enfermedades reproductivas que más afectan al ganado en Colombia)   Para el diagnóstico en el útero de la madre, Pinilla sugirió buscar signos de distocia y si hay 4 extremidades que sobresalen de la vulva (cuidado, porque también podría tratarse de una gestación gemelar).   Estos terneros deben ser extraídos mediante cesárea o fetotomia, pues son animales inviables que mueren en el vientre y deben ser descartados. Como se trata de una patología tan poco común, los ganaderos prefieren enterrar estas vacas y no reportar los casos.   Otros expertos han aconsejado evitar la endogamia para prevenir esta malformación, sobre todo en hatos lecheros de pequeños y medianos productores que suelen cruzar vacunos emparentados, pero es tan rara que no lo aseveran con absoluta certeza.