Se deberá cortar el cordón umbilical con tijeras, a unos 5 centímetros del abdomen y se realiza una desinfección con una solución de yodo del 7 al 20% o con tintura de yodo (yodo concentrado) Dice Andrés F. Ruiz J., MV, MSc., Director técnico, Genbiogan, en su web, que es importante tener en cuenta para la adecuada curación del ombligo en los terneros recién nacidos, cortar el cordón umbilical con tijeras, a unos 5 centímetros del abdomen y se realiza una desinfección con una solución de yodo del 7 al 20% o con tintura de yodo (yodo concentrado). También se puede utilizar una solución de Clorhexidina al 0,5%. Señala que se utiliza un recipiente de boca ancha, donde se sumerge todo el cordón para su desinfección. También se puede utilizar el envase del sellador de pezones. Se puede realizar la ligadura del cordón con un hilo, previa desinfección y eliminación de los líquidos presentes en el cordón. La ligadura se realiza con material estéril a 2,5 cm del cuerpo del ternero. Advierte que se debe ligar o anudar el cordón cuando las crías se encuentren en buenas condiciones de ambiente y haya buena desinfección. Si el ambiente es húmedo y contaminado se puede dejar sin ligar el cordón para un mejor drenado de los líquidos, pero de todas formas lo conveniente es mantener la cría en un ambiente limpio y seco y el ombligo limpio y desinfectado. Hace énfasis en que la desinfección se debe realizar diariamente hasta la completa cicatrización del ombligo, debe estar seco y sano, sin acumulación de líquidos (Gutierrez & Ruiz, 2005; Berra & Osacar, 2013). Señala que es conveniente incluir además un cicatrizante y repelente en pasta o en aerosol para el control de gusaneras. Los productos en aerosol son de fácil aplicación y evitan ensuciarse, y los de pasta o crema son más persistentes, es decir que el producto va a permanecer más tiempo actuando. En algunos casos se pueden utilizar endectocidas inyectables en zonas y épocas del año donde aumenta la presentación de gusaneras en los ombligos de los terneros recién nacidos, es una práctica que puede dar buenos resultados y confiere protección a los terneros contra las miasis o gusaneras en el primer mes de vida (Ruiz, 2016).