Una vez preñado el animal, se debe preparar para el parto con suficiente tiempo para que llegado el momento esté en las mejores condiciones físicas y de salud.
El intervalo entre partos ideal es de un año, siendo el periodo de preñez algo más de nueve meses. Es deseable que mientras la vaca va gestando un ternero esté en producción de leche del parto anterior, bien sea de una vaca lechera, o lactando un ternero previamente, señaló Ricardo Arenas, médico veterinario especialista, en un nuevo capítulo del Manual Práctico Ganadero elaborado por la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán).
De acuerdo con el profesional, el preparto es el periodo inmediatamente anterior al parto durante el cual comienzan a generarse los cambios fisiológicos, hormonales y metabólicos que conducirán al nacimiento de la cría.
A medida que el tiempo avanza y el parto se aproxima, los ligamentos de la pelvis se relajan por acción hormonal haciendo que el canal del parto dentro de la pelvis sea mayor y permita la salida del ternero. Esta relajación se evidencia porque la base de la cola de la vaca se levanta.
Unos días antes del parto, la vulva está inflamada y por esta razón se mueve hacia los lados cuando el animal camina, y, uno o dos días antes del parto se produce la expulsión del tapón de moco que se encontraba ubicado en el cuello del útero y que mantenía aislado al feto del exterior. (Lea: La importancia de la inmunidad y minerales durante procesos preparto y parto)
La oferta de agua a voluntad y de ser posible la suplementación con alimento balanceado durante este periodo son fundamentales a la hora de preparar la microbiota del rumen, encargada de los ácidos grasos volátiles, responsables de la producción de leche que se avecina. Así mismo, es un periodo en donde el animal debe estar en un espacio confortable, con suficiente oferta forrajera, sombra y ausencia total de estrés.
Importancia de la dieta
Los animales aumentan su requerimiento energético en este periodo y al inicio de la lactancia, incluso por encima de un 20 % adicional, mientras que en el último mes de gestación se ve disminuido el consumo de alimento hasta en un 30 %, quizá por presión del tamaño del feto, lo que hace que el balance energético sea negativo durante este preparto e incluso en el inicio de la lactancia hasta alcanzar el pico de producción láctea, hacia la séptima semana.
Un día antes del parto el animal puede incluso bajar el consumo de materia seca a menos del 50 % del consumo habitual. Este desbalance se asocia con problemas al momento del parto con inmunosupresión y con incremento del intervalo a la primera inseminación aumentando los días abiertos afectando la rentabilidad.
Con este desbalance energético de origen fisiológico y la necesidad de estimular la producción láctea es indispensable el cuidado de la dieta de los animales de preparto y muy especialmente aquellos de producción lechera.
Esta dieta especial y teniendo en cuenta las limitaciones de volumen de ingesta, está encaminada a cubrir las necesidades de mantenimiento del animal; de crecimiento fetal que en el último mes es bien importante; permitir el desarrollo de la ubre para la lactancia; favorecer el crecimiento de la flora ruminal; prevenir la incidencia de enfermedades metabólicas como la hipocalcemia; y, propiciar un aumento del consumo voluntario en el primer tercio de lactancia para evitar la pérdida de peso propia del posparto y por consiguiente una mayor producción de leche. (Lea: Empezar bien desde el preparto)
La dieta del preparto debe cumplir con un consumo de materia seca entre 11 y 13 kilogramos al día; proveer 2,5 megacalorías; contar con 40 o 50 % de fibra detergente neutra; 13 a 15 % de proteína; y, menos de 0,6 % de calcio y de 0,4 % de fósforo.
El ensilaje de maíz es un excelente forraje para suministrar en el preparto, pues además de tener un bajo contenido de potasio es una fuente de fibra efectiva, y si tiene un alto contenido de grano es una buena fuente de energía. Se debe evitar el uso de leguminosas que contienen altos niveles de potasio buscando tener dietas aniónicas y así evitar la hipocalcemia.
Igualmente se debe evitar el exceso de concentrado en la dieta del preparto ya que predispone la aparición de otras enfermedades como la acidosis ruminal, y además se relaciona negativamente con la aparición de edema posparto.
Los potreros de parición deben ser amplios y cómodos, sin presencia de pantanos o cuerpos de agua que faciliten la presentación de accidentes a la hora del parto y deben ser de pastos y forrajes de excelente calidad y no haber sido fertilizados recientemente.
De una correcta dieta en el periodo de preparto dependerá, en gran medida, el buen desarrollo del parto mismo, la salud del binomio madre-cría, y, la siguiente producción láctea.