Aunque es una práctica inusual en el ganado bovino, algunas ocasiones los médicos veterinarios se ven obligados a adelantar el alumbramiento por diversas razones. CONtexto ganadero le muestra cuáles son. El médico veterinario Juan José Molina Echeverry explicó que muy pocas veces se debe forzar a la hembra a parir, pues ellas suelen hacerlo sin ningún inconveniente, salvo cuando el profesional observa algún problema. (Lea: 3 métodos para sincronizar los celos en vacas) “Cuando el veterinario hace alguna palpación al sistema reproductivo y se da cuenta que hay algún problema, una de las decisiones que puede tomar es hacer el parto antes de que llegue a término para evitar complicaciones de la madre”, indicó. Otra razón por la cual se induce a parto es porque el ternero que va a nacer es muy grande en relación a su madre. Esto sucede sobre todo en las empresas ganaderas que están apostándole al mejoramiento genético con razas grandes e inyectan los embriones en vacas pequeñas. Ante esta situación, el médico veterinario opta por adelantar el parto 5 a 7 días antes de lo esperado, procurando que el feto no crezca más allá de lo que la madre puede soportar. (Lea: Conozca el manejo que se le debe dar a una preñez de mellizos bovinos) Molina Echeverry aclaró que un embrión tiene su mayor índice de crecimiento en el último mes, por lo cual se podría recurrir a la inducción del parto si se observa que su tamaño podría causar complicaciones durante el alumbramiento. “Como hay un auge de razas grandes europeas, en las cuales los terneros nacen pesando entre 40 y 50 kg. Normalmente en Colombia se usan novillas como receptoras, que son estrechas de pelvis, entonces hay problemas en el nacimiento porque se aumenta la mortalidad de los embriones por dificultades en el parto”, sostuvo el experto. Aunque otros expertos señalan que la inducción se debe hacer cuando el ternero retrasa su nacimiento más allá de los 280 días, Molina aseguró que en su experiencia el número de días no constituye un factor de complicación del embarazo. De hecho, ha conocido casos de hembras que fueron preñadas al mismo tiempo y que tienen una diferencia de hasta 25 días entre cada nacimiento. (Lea: Conozca todo sobre el síndrome Freemartin y la infertilidad en vacas) “Uno dice que la gestación de una vaca son 9 meses, 270 días. Pero eso es un promedio. Hay muchas que paren a los 285 o 290 días. Inclusive hemos tenido preñeces de casi 300 días y nacen perfectamente. Es muy difícil determinar en qué momento la vaca se está atrasando”, afirmó. Según el experto, las vacas deben evidenciar algún tipo de problema que indique que es necesaria la intervención de algún especialista. Síntomas como fiebre, dificultad para estar de pie o la inhabilidad de parir por cansancio uterino, son señal de la que vaca debe ser asistida. Para inducir el parto, el profesional aplica una mezcla de hormonas, las mismas que generan el estrés fetal en las vacas para que empiece el alumbramiento. (Lea: Distocia en bovinos, un mal al que se le debe prestar atención) “Se inyecta una mezcla con prostaglandina y corticoides de forma intramuscular, con un protocolo diseñado que semeja las hormonas del parto de una vaca. Uno aplica la inyección y el parto debe ocurrir 24 o 36 horas después”, precisó. Como un dato aparte, Molina mencionó el caso de los porcinos, que es totalmente contrario al de las vacas, pues la mayoría de partos, por no decir el 100%, son inducidos. Esto se debe a que el productor debe estar atento a que salga la cría, mientras que con las vacas se procura que no haya ningún tipo de intervención. “Cuando uno tiene que intervenir un parto, las vacas quedan con problemas de metritis o de retención de placentas, asociados a este proceso. Claro que cuando toca intervenir, hay que hacerlo, de lo contrario se puede morir el ternero o incluso la madre”, advirtió Molina.