Este protocolo se desarrolló en el marco de un proyecto de investigación financiado por la Unión Europea, con el objetivo de proporcionar un enfoque científico y estandarizado para evaluar el bienestar de los animales de granja destinados a la producción de alimentos, como bovinos, porcinos, aves de corral y ovinos.
El protocolo se basa en los cuatro principios fundamentales mencionados anteriormente: buena alimentación, buen alojamiento, buena salud y comportamiento apropiado. Estos principios se traducen en una serie de criterios y medidas específicas que los evaluadores utilizan para determinar el grado de bienestar de los animales. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Cómo medir el bienestar animal en las ganaderías?)
1. Buena alimentación: Esto implica no solo proporcionar la cantidad adecuada de alimento, sino también asegurarse de que la dieta sea equilibrada y nutritiva. Se evalúa la calidad de los alimentos, la disponibilidad de agua fresca, la frecuencia de la alimentación y la adecuación de la dieta a las necesidades específicas de cada especie.
Según el trabajo de Pérez Linares y otros, los criterios para medir este principio son la ausencia de hambre prolongada y ausencia de sed prolongada. Este se puede medir en la condición corporal de los animales y el suministro de agua.
2. Buen alojamiento: Un buen alojamiento debe proporcionar un entorno que permita a los animales comportarse de manera natural. Esto incluye proporcionar suficiente espacio, una cama limpia y cómoda, y condiciones que eviten el estrés, como la exposición a cambios extremos de temperatura o la presencia de depredadores.
Los criterios son el confort durante el descanso, el confort térmico y la facilidad de movimiento. El primero se mide evaluando la cantidad de tiempo que se echa el animal, mientras que el tercero se mide con el espacio disponible en función del peso vivo.
3. Buena salud: La salud de los animales es esencial para su bienestar. Esto implica la prevención de enfermedades a través de buenas prácticas de manejo y atención veterinaria adecuada. Se evalúa la incidencia de enfermedades, el acceso a atención médica y la implementación de medidas para reducir el sufrimiento debido a enfermedades o lesiones.
La buena salud, de acuerdo con Pérez Linares y otros, se mide en la ausencia de lesiones y de enfermedades. Para ello, se debe determinar si los bovinos tienen cojeras o alteraciones en el integumento (cubierta externa de la piel), o bajo 4 áreas:
a. Secreción nasal u ocular
b. Tos y respiración dificultosa
c. Diarrea y rumen hinchado
d. Mortalidad
4. Comportamiento apropiado: Los animales deben poder expresar comportamientos naturales, como socializar con otros de su especie, explorar su entorno y moverse con libertad. Se evalúa si los animales muestran signos de comportamiento anormal o estereotipado, lo que podría indicar estrés o aburrimiento.
Este se mide observando las expresiones de conductas sociales y en la relación hombre-animal. En el primero se debe ver si presenta conductas agonistas o cohesivas, y en el segundo la distancia de la huida.
El protocolo Welfare Quality se basa en la observación directa de los animales y la recopilación de datos cuantitativos. Los resultados de la evaluación se utilizan para asignar una puntuación de bienestar a los animales y para identificar áreas donde se pueden realizar mejoras en las prácticas de manejo y alojamiento. (Lea en CONtexto ganadero: Bienestar animal: una cuestión ética pero también económica)
El enfoque del Welfare Quality ha sido adoptado en muchos países europeos y se ha convertido en una referencia importante para la mejora del bienestar animal en la producción agropecuaria. Además, su enfoque holístico y científico ayuda a promover una mayor conciencia y compromiso con el bienestar de los animales en la industria ganadera.