Mientras Argentina se preocupar como adaptar indicadores ganaderos a las exigencias de los mercados internacionales, Colombia sigue en la cotidianidad. En Argentina el consumo per cápita de carne (bovino, pollo y cerdo) es de 120 kilos al año, en Colombia sólo alcanza a 58 kilogramos al año (2016). Cada habitante argentino consume un promedio al año 60 kilos de carne de vaca, 45 de pollo y otros 15 de cerdo. En Colombia se consume 31 kilos de pollo, 19 de bovino y 8 de cerdo Esos niveles de consumo marcan las preocupaciones de cada país hacia el futuro. En Argentina los 120 kilos podrían apenas variar en la cantidad de venta entre los tres productos, pero, según los especialistas, ya se habría llegado a un techo en el total de consumo. (Lea: Buscan un cambio en la producción local de carne) La pregunta que surge entonces es, hacia cuál mercado tienen que apostar los productores bovinos para tener un horizonte de crecimiento. Para el caso de Argentina la respuesta obvia es la exportación. Para Colombia, que escasamente nos aproximamos a la mitad de ese nivel de consumo per cápita, la preocupación es cómo elevar el consumo total de esas tres carnes en el mercado interno, aunque siempre se está pensando capturar mercados externos. Para los dos países esa vía presenta, en la actualidad, un grave inconveniente: la demanda internacional requiere un novillo que pesa el doble de lo que se faena. Así lo señala Pablo Ferrer (Argentino) en El Tribuno. En el "Día de las carnes en Salta" (Provincia de Argentina), que es una jornada de capacitación, Víctor Tonelli, especialista en mercados ganaderos, y David Lacroze, empresario agropecuario y coordinador de la Mesa de las Carnes, explicaron el porqué de dicha afirmación. "En la Argentina, el peso promedio de faena (sacrificio) es de 225 kilos y en Uruguay, que tiene una inserción en el mercado internacional más fuerte, pero con una genética muy similar a la nuestra, están en 250 kilos. Si hoy tendríamos el mismo peso de faena que el vecino país estaríamos con el doble del volumen de lo que actualmente estamos exportando", explicó Tonelli a El Tribuno. "Tenemos que apuntar a un novillo de 450 kilos, que sirve para los dos mercados, ya que no es suficientemente pesado para no irse del estándar de lo que quiere consumir el argentino, pero tiene un peso mínimo de lo que pide el mercado internacional, que es el que más paga", aclaró el experto. En Colombia, el peso al sacrificio de bovinos para el marcado interno esta alrededor de 450 kilos y para exportación entre 550 y 600 kilos. Para nosotros el problema radica en el tiempo de terminación de los ganados que en promedio está en 39 meses, habiéndose logrado una eficiencia en los últimos ocho años de 2-3 meses –gracias en parte a la asistencia técnica que desplegó Fedegán cuando manejaba el Fondo Nacional del Ganado–. Antes se hablaba de un tiempo de terminación de 42 meses. La fórmula Para Argentina el problema es cómo llegar a ese objetivo, de duplicar el peso de la faena. "Básicamente lo que tienen que hacer los productores es recriar su ganado", señaló Tonelli. En ese proceso se puede combinar el pastoreo con las granjas de engorde (feed lot), para evitar engrasamientos excesivos y que la carne tenga más fibra. El primer demandante de carne de vaca es China. En lo que va de 2017, más del 50% de la exportación argentina vacuna fue a parar a ese país asiático. Este año se estima una exportación total de 300 mil toneladas de carne, mientras que en 2016 llegó a 230 mil. Para 2018, en tanto, según los cálculos de David Lacroze, se debería crecer en otras 70 mil toneladas. Para Colombia, es problema es bien diferente. No sólo perdió los mercados que había logrado incursionar –a causa de la fiebre aftosa atizada por el mal manejo de la campaña por parte de Minagricultura–, sino que ni siquiera se tiene una estrategia gubernamental para el sector. Hoy la ganadería colombiana está acéfala, dando tumbos, y debatiéndose entre los problemas de atraso en la adaptación al cambio climático y las tradicionales afecciones, que se reducen a la inseguridad económica y física de la inversión ganadera, habida cuenta el aumento de precios de las materias primas, el fuerte contrabando, el abigeato y el carneo, que no dejan cabeza para pensar en el futuro.