También conocida como la enfermedad del hígado graso, esta es una afección de carácter nutricional que padecen especialmente las vacas lecheras de alta producción. El desorden metabólico tiende a desarrollarse al inicio de la lactancia. Algunos de los signos que se pueden observar son la pérdida de peso corporal, la vaca se echa y se vuelve a levantar, dolor abdominal, entre otros. El síndrome de hígado graso también puede estar relacionado con otras enfermedades como cetosis, hipocalcemia, fiebre de leche, y algunas alteraciones en la fertilidad. Alonso Sánchez Dulcey, médico veterinario y zootecnista, indicó que el hígado graso es un problema de déficit de energía por un mal manejo nutricional que está relacionado con la obesidad. Indicó que esta enfermedad se presenta generalmente en vacas de lechería especializada cuando son sobrealimentadas para obtener una mayor producción. Por su parte Felipe Aristizábal, médico veterinario-zootecnista y especialista en producción láctea explicó que para evitar este tipo de trastornos, lo mejor que se puede hacer es evaluar la condición corporal de los animales periódicamente y en diferentes etapas mediante una escala de 1 a 5 puntos (1 = flaca, 5 = gorda; Ferguson y col., 1994). "Es recomendable que la condición corporal de una vaca de leche no esté por encima de 3.50 puntos, ya que un animal que se encuentre por encima de esa medida se podría considerar gordo", expuso. Señaló que se recomienda hacer esta evaluación al momento del secado, en el parto, en el pico de lactancia, en la lactancia media y en la tardía. Aristizábal sostuvo que todas las vacas después de parir pierden condición corporal. Lo ideal es que es que el nivel de grasa del cuerpo durante el secado sea el mismo que el del parto, es decir, entre 3.25 y 3.50 puntos. El experto manifestó que cuando una vaca está por encima de los 4 puntos, significa que el animal está demasiado gordo y tiene un sobre acondicionamiento corporal, una situación que resulta indeseable. Escuche las declaraciones Felipe Aristizábal, médico veterinario-zootecnista y especialista en producción láctea.
"Durante el parto, una vaca con esta condición va a mover una mayor cantidad de reservas corporales y luego va a tardar en aumentar el consumo de materia seca voluntario posparto, cuando en realidad lo que se necesita es que incremente esa ingesta para que supere el balance energético negativo", detalló. Agregó que como la vaca no va a aumentar el consumo de materia seca, el balance energético negativo será mayor, y por ende va a haber una cantidad de grasa superior en circulación (ácidos grasos no esterificados) que va a ir a parar en el hígado. Los expertos recomiendan brindarles a los animales alimentos fibrosos y mantener el equilibrio nutricional adecuado de acuerdo al nivel productivo, edad, número de partos, raza y otros para de esa manera evitar la obesidad.