Jorge Eseverri Azcoiti, veterinario del servicio de Calidad de Leche de Albaikide, expone en la Revista Frisona que Esta interacción ha permitido llegar a la conclusión que, dado que el ordeño en robot es autónomo y voluntario, la circulación fluida de las vacas es un punto clave tanto para optimizar el rendimiento del robot como para preservar la salud de la ubre.
En este orden de ideas, la calidad de la circulación no se mide exclusivamente observando el número de ordeños por vaca y día. Una buena circulación se mide por una buena regularidad de ordeños, es decir, por unos intervalos de ordeños relativamente constantes combinado con una correcta distribución del número de ordeños por día y por vaca en función de la producción de cada animal y de los días en leche en los que se encuentre.
1. Números de ordeños, intervalos: Generalmente, al pasar de un ordeño convencional en sala donde las vacas se ordeñan dos veces al día a ordeño en robot, se produce un incremento en el número de ordeños en la mayoría de las vacas.
El aumento en la frecuencia de ordeño elimina las bacterias instaladas en el canal del pezón con mayor frecuencia, mientras que los intervalos de ordeños prolongados permiten a esas bacterias más tiempo para colonizar la glándula y provocar una mastitis.
Cuando los intervalos de ordeño son demasiado largos, el experto dice que “también nos encontramos mayor riesgo de fugas o pérdidas de leche, fenómeno más habitual en sistemas de ordeño automático que en convencional. Las vacas que pierden leche son más susceptibles de sufrir interacciones intramamarias, pero también pueden propagar infecciones a otras vacas sanas”.
Sin embargo, el ordeño frecuente brinda una mayor oportunidad para que las bacterias penetren en el pezón debido a las posibles lesiones en los esfínteres por falta de tiempo de recuperación entre ordeños.
2. Fluidez de tráfico por las instalaciones: El profesional dice que el objetivo es alcanzar esa circulación fluida de las vacas por el robot de manera autónoma, voluntaria y regular para poder optimizar tanto el rendimiento del robot como la salud de la ubre.
Por eso, hay que tener claro cuáles son los factores que penalizan esa fluidez de circulación por las instalaciones y, por tanto, por el robot.
El primero es la salud de las vacas, especialmente a la salud podal. El segundo es el tipo de tráfico en donde los sistemas de tráfico libre y tráfico guiado producen unos resultados similares cuando se aplica una gestión excelente o cuando el número de vacas está muy por debajo de la capacidad del robot, y El tercero, es la densidad de animales por robot, que expone que un excesivo número de vacas por robot supone una mayor competencia entre las que están por cubículos, por comederos, por bebederos y por el robot.