Tratamientos con labranza mínima, adición de fertilizantes químicos y siembra de semillas de leguminosas fijadoras de nitrógeno, como tréboles rojos y blanco, mejoraron la productividad de forrajes y leche en razas mestizas Holstein.
El kikuyo es un pasto robusto que se extiende por estolones (bejucos) y cuyo nombre proviene de los Kikuyu, una etnia del este de África de donde es originario.
Fue introducido en Colombia alrededor de 1930 con el único objetivo de mejorar los potreros en las zonas altas y frías del país, donde se utiliza con mayor frecuencia para la cría de ganado. (Lea: La ganadería sostenible es más que estar rodeado de vegetación)
Esta especie ha demostrado ser una de las plantas más invasoras que ha llegado al país y se ha extendido en casi todos los potreros y campos fértiles, desplazando a la mayor parte de hierbas que crecen en estos lugares, por lo cual lo catalogan “pasto naturalizado”.
Sin embargo, de acuerdo con el profesor Miguel Ramírez Nader, de la U.N. Sede Palmira, el exceso de uso por la actividad ganadera degrada al cabo del tiempo
los suelos y los pastizales, haciéndoles perder muchas de sus propiedades que son fuente de nutrientes que favorecen la productividad de las plantas forrajeras y los ganados.
En ese sentido se realizó una investigación para evaluar la renovación de pasturas degradadas de kikuyo con labranza mínima o reducida en una región alto andina de Barragán, en Tuluá, utilizando un renovador de praderas para tracción animal, diseñado y construido por otros estudiantes como trabajo de grado.
Los 3 métodos de renovación consistieron en: sin labranza mínima (labranza tradicional), con labranza mínima y labranza mínima más la aplicación de fertilización química y siembra de tréboles.
El experimento se desarrolló en período lluvioso y seco incluyendo como testigo el manejo tradicional de la pastura en la finca.
“En este trabajo lo primero que evaluamos fue la productividad forrajera, expresada en la mayor disponibilidad de forraje verde seco en los tratamientos de kikuyo con labranza mínima y al que se le agregó la aplicación de fertilización química y/o siembra de tréboles”, afirma el docente.
Entre tanto, para la evaluación de la productividad animal, los investigadores utilizaron vacas lactantes de doble propósito en pasturas de kikuyo, sometidas a los mismos 3 métodos de renovación en período lluvioso y seco.
La producción de leche no presentó diferencias entre métodos con labranza mínima y sin ella, mientras que la producción (expresada en kg/ha-día) fue mayor con labranza mínima y a la que se le agregó la aplicación de fertilización química en el período lluvioso.
La investigación encontró que en la época seca la producción de leche continuó siendo mayor con estos dos tratamientos (28 y 25.2 kg ha/día) (6.6 y 6.4 kg), respectivamente. (Lea: Leguminosas nativas "no son malezas, son buenazas” para bovinos)
“La calidad de la leche (expresada en porcentaje de grasa) en la época de lluvias fue baja para todos los métodos. La condición corporal de las vacas en el
período lluvioso se mantuvo estable. Asimismo, la eficiencia reproductiva fue mejor en pasturas con labranza mínima”, concluye Ramírez.
Este proyecto hace parte de las investigaciones que se han realizado en el Programa de Zootecnia de la Sede Palmira, que se encuentra en proceso de renovación de acreditación de alta calidad.