Si bien los fabricantes de alimentos balanceados para rumiantes ofrecen fuentes de grasa sobrepasante, los productores podrían apelar a elaborar ellos mismos estos jabones. CONtexto ganadero consultó con un experto sobre cómo sería el procedimiento. En términos generales, un jabón cálcico se forma con aceite virgen o ácido graso de refinería, que luego de someterse al calor, se aplica hidróxido de calcio (cal). Una vez obtenido, sirve como grasa de sobrepaso o inerte en rumen para el ganado. (Lea: ¿Cómo se utilizan los jabones cálcicos en ganadería?) Así lo explicó Dagoberto Carpintero, zootecnista de la Universidad de Cundinamarca y asesor nutricional de ganaderías de leche, quien afirmó que estas grasas son suministradas por empresas especializadas, aunque reconoció que se pueden realizar de forma artesanal. “De hecho, hay una finca en la sabana de Bogotá que lo hace, una finca en Subachoque donde lo fabrican. Es relativamente sencillo, el problema radica en las materias primas porque usted puede conseguir aceite virgen de palma o puede ir a las fábricas de aceite para consumo humano, que dejan un remanente de ácidos grasos”, indicó. Según Carpintero, estos ácidos grasos de refinería tienen un menor contenido calórico, por lo cual constituyen un subproducto para la vaca. Queda a juicio del ganadero el empleo de alguno de estos. (Lea: Conozca el caso de un ganadero que usa su propia fórmula de concentrado) “Con cualquiera, producto de primer uso o ácido graso, lo lleva a la finca y lo calienta en una caneca metálica. Cuando alcance unos 80°C, aplica hidróxido de calcio y lo empiezan a batir, con una cuchara de palo grande, para homogenizar el producto tanto como sea posible”, añadió. El experto señaló que en la homogenización, el calcio se enlaza con los ácidos grasos y se forma la grasa de sobrepaso. En esta etapa, el productor debe tener cuidado que el 100 % de los ácidos reaccionen con la cal y sean inertes en el rumen, por lo cual recomendó aplicar suficiente cantidad y revolver de manera constante. Después, el producto se deja secar en una tapa grande, donde se solidifica, y luego se pasa a través de un molino, donde se convierte en harina y se puede empezar a suministrar al ganado. (Lea: Manejo de las grasas pasantes en la nutrición bovina) Carpintero recordó algunos de los errores que se pueden presentar en el proceso, como fallas en el cálculo de la cantidad o las personas no lo baten con suficiencia. “Si por lo menos el 90% de los ácidos grasos no reaccionan con la cal, la grasa se activa en el rumen, y a las vacas les da diarrea y se trastornan”, advirtió Carpintero. También puede consultar el siguiente video para más información: