En ganaderías de leche todavía no es muy reconocido el tema del periodo de transición como clave para rentabilidad y éxito de la operación ganadera. Tampoco se tiene presente el manejo del balance energético negativo (BEN), otra consideración importante para obtener buenos dividendos en el hato.
Así lo señaló el zootecnista Christian Iván Castro en su artículo «Nunca jamás descuidar la nutrición» publicado en la revista Simmental, indicando que estos 2 temas, el periodo de transición y el balance energético negativo (BEN), deben ser considerados con suma importancia.
Allí también precisó que en «el periodo de transición el animal debe adaptarse a las nuevas condiciones metabólicas y fisiológicas que le exige el pasar del estado de preñez sin producir leche a un estado de no preñez y vacía y producir grandes cantidades de leche».
El autor citó la expresión de Al Kertz sobre este periodo, que denominó «la frontera final», porque no se conoce bien los grandes ajustes metabólicos y fisiológicos durante esta transición. (Lea: Manejo de cambios en periodo de transición es clave en la productividad)
A su juicio, «debido a la mala alimentación que hay en la mayoría de hatos lecheros en algunas zonas lecheras del país, se presentan dos problemas importantes que son: el Balance Energético Negativo (BEN) y el periodo de transición con una inadecuada nutrición».
El zootecnista anotó que el balance energético negativo (BEN) ocurre por diversos factores que intervienen en el organismo de la vaca, comenzando por un bajo consumo de materia seca. (Lea: Cómo controlar el Balance Energético Negativo durante el pre y post parto)
En los últimos 6 días de gestación aumenta la demanda de nutrientes como aminoácidos, glucosa y lactato, porque el feto crece el 60 % del peso con el cual nace, y en este periodo la madre necesita producir calostro. Si es una vaca de primer parto, necesita más energía y proteínas para su desarrollo.
Al rápido incremento en la producción de leche lo acompaña la movilización de tejido adiposo, muscular y óseo y un lento incremento en el consumo de materia. La condición corporal de la vaca al momento de ser secada va a afectar la movilización de tejidos de reserva durante el periodo de transición y el BEN.
Por otro lado, en el comienzo de la lactación los requerimientos para producir leche también son exigentes, llegando al punto más alto en el pico de su lactancia. Si a esto se le suma que la ingesta es insuficiente, consume menos nutrientes de los requeridos, por lo que la vaca entra en un BEN.
Asimismo, las vacas en periodo de transición tienen una alta demanda energética que no puede ser cubierta bajo un esquema de alimentación inadecuado. De ser así, se pueden presentar desórdenes metabólicos y nutricionales que repercutirán sobre la eficiencia reproductiva, productiva y económica.
Este periodo de transición se ha dividido en varios subperiodos de acuerdo con los fenómenos fisiológicos y metabólicos que predominan en cada uno de ellos. Sobre la base de la caracterización de estos periodos, se han planteado pautas de manejo para minimizar los riesgos de disfunciones metabólicas, sanitarias y productivas en vacas originados por el desajuste en esta etapa.
Varios productores e investigadores, para tener una mayor comprensión y hacer un mejor manejo nutricional y alimenticio de las vacas durante su ciclo productivo, incluido el periodo seco, le han dado una mayor importancia al periodo seco fresco.
Ese periodo es de interés debido a las implicaciones que tiene en la modificación de las poblaciones microbianas en el rumen, la recuperación tanto de las paredes ruminales como de la glándula mamaria, el desarrollo del feto, la deposición de tejido adiposo, así como la incidencia de mastitis.
Actualmente los productores de leche en Colombia no tienen en cuenta este periodo de transición ni el BEN, reflejando una problemática en los indicadores reproductivos, lo cual va a declinar la eficiencia del hato y así mismo la rentabilidad no va a ser la real.
Los productores descuidan la alimentación de las vacas gestantes pensando que no están produciendo y no necesitan una buena demanda de nutrientes. Es aquí donde empiezan a perder peso llegando al parto con una inadecuada condición corporal y continuando así por varias semanas.
Esta circunstancia impide que la vaca entre en celo y sea cargada nuevamente alargando así el periodo de días abiertos y por ende los demás parámetros reproductivos se verán afectados. (Lea: Haga rendir mejor las vacas durante el periodo de transición)
Otro factor relacionado con el BEN es el déficit de energía porque hay diferencia entre el consumo de energía del animal y la energía que requiere para su mantenimiento, la preñez y la producción. Las vacas usan sus reservas corporales para mantener los niveles de producción, por lo que pierden peso.
Por esta razón, Castro señaló que un objetivo esencial es «lograr restablecer cuanto antes el balance energético para aumentar el porcentaje de celos fértiles y lograr preñez antes de los 90 días». (Lea: ¿Qué ocurre a nivel metabólico en el periodo de transición de la vaca?)
De este modo, el ganadero debe implementar estrategias de manejo nutricional 3 a 4 semanas antes del parto, durante el periodo de transición, para promover la estabilización de los niveles normales de calcio en el organismo. La alimentación con fuentes altas en energía ayuda a normalizar el BEN posparto, que es crítico para los dos aspectos (productivo y reproductivo).
En la mayoría de los casos de las vacas en producción, los folículos dominantes se forman temprano en el periodo posparto, la preñez de los animales está dictada más que todo por la condición corporal de los animales al momento de la inseminación. La atención en el nutrición durante este periodo es esencial para mantener el buen estado productivo y sanitario del hato lechero.