Más de 5,3 millones de bovinos y bufalinos alcanza el II Ciclo de Vacunación contra aftosa, en su segunda semana
PorCONtexto ganadero-18 de Noviembre 2024
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Por - 25 de Septiembre 2022
En una columna, Ruaraidh Petre, miembro de la Mesa Global para la Carne Sostenible, explora el impacto que podría tener mejorar la eficiencia de la ganadería en los países en desarrollo para satisfacer de manera sostenible el creciente apetito mundial por la carne vacuna.
En una columna, Ruaraidh Petre, miembro de la Mesa Global para la Carne Sostenible, explora el impacto que podría tener mejorar la eficiencia del rebaño en los países en desarrollo para satisfacer de manera sostenible el creciente apetito mundial por la carne vacuna.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación proyecta que la demanda de productos de origen animal aumentará en un 70 % para 2050, y este incremento de la demanda es mayor que el de cualquier otro grupo de productos básicos.
El consumo de carne en China se ha cuadruplicado desde 1980 y se espera que se duplique en África para 2050, impulsado por mayores ingresos y la urbanización, anotó Petre. (Lea: ¿En qué consiste la Mesa Nacional de Ganadería Sostenible?)
Asimismo, el crecimiento de la población en el mundo eleva aún más la demanda. En los países en desarrollo, el consumo de leche se ha duplicado, el consumo de carne se ha triplicado y el consumo de huevos se ha multiplicado por cinco desde 1960.
Ante este mayor consumo de alimentos de origen animal en los países de ingresos bajos y medianos, algunos piensan que no se podrá satisfacer de manera sostenible porque inevitablemente se requiere un inventario más grande de animales y no hay tierra disponible para ellos.
“Dado que dos tercios de la población de grandes rumiantes del mundo se encuentran en África y Asia, vale la pena observar esas regiones para ver si existen futuros alternativos que puedan alimentar a poblaciones en crecimiento sin exceder los recursos disponibles”, indicó.
Sin embargo, no todos estos grandes rumiantes se crían principalmente para la producción de alimentos. Por ejemplo, la cantidad de bueyes para tracción animal en África occidental aumentó de 350 000 a 2 millones en los últimos 50 años, entre la década de 1970 y la actualidad.
El ganado también juega un papel importante en la economía del hogar y se comercializa fácilmente cuando es necesario; son una parte cada vez más importante de países en desarrollo, y los factores sociales y culturales son generalmente más importantes para el ganado que para los cultivos.
Entonces, mientras que África y Asia tienen dos tercios de los grandes rumiantes, producen menos de un tercio del suministro mundial de leche y carne. De hecho, África es un importador neto de la mayoría de los productos pecuarios, observó el miembro de la Mesa Global para la Carne Sostenible.
Varios factores contribuyen, pero la eficiencia reproductiva es generalmente baja: las vacas en el sur de África producen en promedio un ternero cada cuatro años. La menor eficiencia también se debe a la falta de prevención y tratamiento de enfermedades con un pobre manejo de pastoreo.
“Podemos contrastar esa situación con Estados Unidos o Australia. En los últimos 50 años, el volumen de producción de carne de res de EE. UU. aumentó en un 25 %, mientras que la cantidad de ganado para la producción de carne de res disminuyó en un 6 %”, anotó.
La reducción en el número de cabezas de ganado ha sido compensada por un aumento de más del 30 % en el peso promedio del ganado, particularmente de novillos y novillas, que representan el 80 % del ganado que produce carne. (Informe: ¿Por qué vale la pena hacer ganadería sostenible?)
Con mejoramiento genético, la eficiencia reproductiva y el manejo sanitario se han logrado mayores tasas de crecimiento y eficiencias de conversión alimenticia. La producción de carne bovina de EE. UU. fue similar en 2020 al año récord de 2002, pero se sacrificaron 5 millones de cabezas menos.
Al mismo tiempo, el inventario de vacas de carne se redujo de un máximo de 45 millones en 1974 a los alrededor de 31 millones actuales. Australia, con el 3 % de la producción mundial, representa el 17 % del comercio mundial. Así pues, también se ha reducido el número de cabezas de reemplazo.
De otro lado, el experto aseguró que “estamos viendo a Brasil representando una etapa intermedia, pues entre 2005 y 2019 la intensificación significó que mientras la tasa de deforestación (tierras convertidas en pastos en el corto plazo) disminuyó, la producción de carne siguió aumentando”.
Aunque la deforestación se ha acelerado nuevamente en los últimos tres años, a su juicio es evidente que la creciente producción de carne vacuna en Brasil no depende directamente de la deforestación,ya que las fronteras de deforestación reciente tiene menor productividad.
Es desafortunado para la industria mundial de la carne que el primer uso que se da a un bosque es el pastoreo, porque incluso si el hato bovino de carne en Brasil tiene una huella total cada vez menor, como algunos afirman, el impacto de la deforestación se refleja en toda la industria de la carne.
Esto conduce inevitablemente a los llamados de medios y algunos sectores a reducir el consumo, ya que la deforestación atribuida a la producción de carne vacuna en Sudamérica representa una parte importante de las emisiones totales, así como de la pérdida de biodiversidad.
La solución es que el ganado de reemplazo se reduzca y la producción por cabeza aumente, lo que podría representar una forma de satisfacer la demanda mientras se congela la huella de la producción. (Lea: Conozca algunas experiencias de ganadería sostenible en el mundo)
Si la demanda está aumentando en los países de ingresos bajos y medianos y es relativamente estable en los países de ingresos más altos donde la producción ya es eficiente en el uso de recursos, tiene sentido transferir algunas de esas experiencias en reproducción, gestión del pasto y manejo sanitario a regiones donde la demanda está creciendo más rápido.
Lo que debemos evitar es una situación en la que las políticas internas en los países productores más eficientes limiten la producción y terminen provocando una mayor expansión en las regiones donde eso se logra a través de un aumento de los números en lugar de la eficiencia. (Lea: La ganadería sostenible es clave para frenar la deforestación en Amazonas)
La FAO estima que la mitigación potencial en la industria de la carne de res es de alrededor del 37 % con base en el supuesto de que los productores en un sistema, región y zona agroecológica determinados aplicarían las prácticas de productores con emisiones más bajas, manteniendo el mismo rendimiento.
Fuente: Beef Central
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