A pesar de ser nativa en Colombia, la colla negra es una especie asterácea que no ha tenido mucho renombre. CONtexto ganadero le explica las bondades de esta especie y el potencial que tiene en la alimentación bovina.
En el centro de investigación Obonuco de Agrosavia se viene evaluando la arbustiva forrajera conocida como colla negra ((Smallanthus pyramidalis (Triana) H. Rob.) que pertenece a la familia de las asteráceas porque posee un tronco recto de aproximadamente 10 m de altura y que es uno de los aliados de los productores colombianos en la alimentación del ganado. (Lea: Conozca el potencial nutricional en arbustos forrajeros en grados brix)
Esta es una especie nativa, propia de la zona altoandina de Colombia, que se puede presentar desde los 2000 hasta 3000 msnm, por lo que es fácil encontrarla desde el Perú hasta Venezuela en donde también se conoce con los nombres comunes de pauche o camargo, dependiendo de la zona. En el país la colla negra se localiza especialmente en la cordillera Central y Oriental, habitando especialmente en el bosque muy húmedo y húmedo montano bajo (bmhMB).
Según le cuenta a este medio el zootecnista e investigador de Agrosavia, Juan Leonardo Cardona, “la colla negra requiere de suelos bien drenados y húmedos para un óptimo crecimiento, en los primeros meses de establecimiento puede verse afectada por las heladas o vientos fuertes. Se han encontrado arbustos hasta de 15 metros de altura, conservando la forma piramidal de su estructura”, detalla el experto.
Los tallos son cilíndricos y huecos, por lo que hay que tener cuidado al realizar las labores de poda y mantenimiento, porque si se despejan los entrenudos, le puede ingresar agua a la planta y sufrir procesos de pudrición.
Las hojas de la colla son grandes y de color verde claro, por lo que por tener hojas grandes su rendimiento en biomasa es mayor que el de otras especies forrajeras. Es importante destacar que la propagación de esta especie puede ser de forma sexual o asexual.
La colla negra en Agrosavia
En el centro de investigación Obonuco, la propagación de esta especie en su mayoría es por estacas (asexual), en donde se extrae material vegetativo de plantas adultas y que hayan dado buen rendimiento, las estacas se colocan en una cama “enraizadora” con el fin de lograr el enraizamiento y brote de la parte aérea, hasta obtener una plántula nueva. Las plántulas se siembran a una distancia de 1m x 1m en el caso de bancos forrajeros y se manejan podas de formación para las condiciones de Obonuco, especialmente hacia los siete meses después del establecimiento.
De acuerdo a Cardona, “en la zona altoandina del departamento de Nariño se reporta el uso de colla negra en la alimentación de cuyes y bovinos, aunque es un tema que aún requiere de más validación, hasta llegar a recomendaciones tecnológicas sobre el uso y manejo de esta especie en sistemas de alimentación animal”, añade.
En el C.I Obonuco se han realizado investigaciones de rendimientos y calidad nutricional de esta especie a diferentes edades de corte. Por ejemplo, se ha encontrado a la edad de 70 días rendimientos promedio de 8 kg de forraje verde por arbusto y hasta 13 toneladas de materia seca por ha/corte. “Estos datos nos indican el gran potencial de esta especie para el incremento de la oferta forrajera en los sistemas de alimentación de rumiantes y cuyes en las regiones altoandinas”, afirma Cardona. (Lea: Sistemas agroforestales, alternativa sostenible para ganaderos de Nariño)
Composición colla negra
En cuanto a calidad composicional se ha encontrado un rango de proteína cruda que oscila entre el 18 % y 25 %, la cual disminuye con la edad de la planta, y carbohidratos no estructurales hasta del 15 %, lo que podría dar un indicio de su uso como mejorador del balance energía-proteína a nivel ruminal.
“La energía neta de lactancia (ENL Mcal/kg) es de 1,5 promedio, por lo que se podría esperar aumento en la producción de leche al utilizar esta especie forrajera. Se ha encontrado una fibra detergente neutra y ácida (FDN-FDA) de 34 % y 18 % respectivamente a los 70 días, valores de fibra considerados como moderados y que en bovinos podrían estimular la rumia y la salivación, sin disminuir la tasa de pasaje ruminal, y en cuyes se puede considerar como un forraje digestible”, describe Cardona.
En la colla negra se ha encontrado también la presencia moderada de metabolitos secundarios como los taninos y las saponinas, los cuales inciden en la disminución de gases de efecto invernadero (GEI) como el metano a nivel ruminal, lo que le concede a esta especie un valor agregado al ser utilizada en la dieta de rumiantes.
En diseños silvopastoriles en el C.I Obonuco la colla se ha evaluado en bancos forrajeros mixtos, cercas vivas, y como protector de fuentes hídricas. La literatura también reporta su uso a nivel medicinal y artesanal en países como Perú y Bolivia. (Lea: Las especies arbustivas disminuyen la producción de metano en rumiantes)
Finalmente, Cardona expone que “en el C.I Obonuco de Agrosavia se viene apostando actualmente por la evaluación de esta y otras especies forrajeras con el fin de dar recomendaciones para que sean adoptadas por los productores en sistemas productivos altoandinos como especies proveedoras de alimento para animales y prestadoras de servicios ambientales”, concluye.