Antes de sembrar pastos, el ganadero debe hacer una cuidadosa planificación que incluye un estudio de suelos, análisis del factor climático y evaluación de la calidad de las semillas. Javier Cuervo, ingeniero agrónomo y profesor investigador de la Universidad Minuto de Dios, indicó que lo primero que se debe hacer antes de sembrar un pasto es establecer la finalidad del mismo. “Hay que saber con qué fin se va a sembrar la especie, si es para un ganado lechero, de carne o doble propósito”, sostuvo. (Lea: ¿Se debe o no sembrar pasto para el ganado en pleno verano?) En segundo lugar hay que tener en cuenta la ubicación geográfica y analizar sobre todo factores como el clima y la topografía del área donde se va a sembrar. Con este análisis se pueden determinar aspectos como la mecanización y la mano de obra requerida para establecer el cultivo. A continuación se debe seleccionar el tipo de vegetal que se va a sembrar y hacer una evaluación de calidad de las semillas para garantizar la mayor cantidad de plantas una vez germinen. Sin embargo, antes de cultivar, se deben conocer muy bien los antecedentes del suelo. "Hay que tener muy presente el historial de siembras del área, conocer si antes había pastos o cualquier otro cultivo como los tubérculos. Con este historial se puede conocer cuál fue la tasa de remoción de los nutrientes de las anteriores siembras, para estimar con un buen análisis de suelos y el apoyo de un profesional, cuáles serían las necesidades de fertilización”, explicó. Cuervo insistió en este punto, porque uno de los errores más comunes en los que incurren los productores es la sobrefertilización de los suelos por no tener en cuenta sus antecedentes. (Lea: Recomendaciones a la hora de sembrar pasto de corte) “Las personas siembran el pasto porque sí y fertilizan como es convencional, como lo hace el vecino o como le dijo una persona que tiene una finca muy similar. Resulta que las fincas no son iguales y se fertiliza sin conocimiento del historial de fertilización y los requerimientos, se puede incurrir en la sobrefertilización que puede llevar a intoxicación en el ganado”, añadió. Cuando se excede en el suministro de abonos a los pastos, los productores no solo están perdiendo dinero por comprar materiales innecesarios, sino que también se presentan costos ambientales en el largo plazo. Jorge Mario Noreña, ingeniero agrónomo y docente de pastos y forrajes de la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín, manifestó que el análisis del suelo no solo debe ser químico sino también físico. (Lea: 5 valores óptimos que se logran con la siembra del pasto llanero) “Uno debe determinar qué tan compactado está el horizonte que uno quiere elaborar, hacer pruebas de infiltración del terreno para llegar a una mejor decisión a la profundidad que se debe labrar y determinar qué equipos se deben utilizar”, aseguró. Asimismo, señaló la importancia de tener en cuenta la densidad de la siembra para privilegiar el cultivo de la especie dominante así como verificar cuáles eran las plantas que precedían al momento de sembrar una nueva. “Se deben retirar las arvenses (malezas) que surgen una vez se remueve cualquier terreno. Hay que eliminar las especies indeseables y hacer un control integrado de las plagas que puedan surgir”, dijo. (Lea: Sistemas silvopastoriles: no se trata de solo sembrar árboles) Finalmente, Cuervo recordó una clave que aunque sea la última, es tan importante como las demás: el riego. Sin agua, todos los esfuerzos realizados hasta el momento de la siembra habrán sido en vano. “Hay que tener la seguridad de que se va a establecer el cultivo en períodos donde hay suficiente suministro de agua o tener los implementos necesarios para hacer las aplicaciones en época seca. Aunque hoy en día es muy difícil reconocer esos períodos porque el clima está cambiando mucho y ya no hay tanta certeza como en años anteriores”, remató.