Un forraje de óptimas condiciones no es garantía para que los semovientes lo consuman. ¿Cuánto se enfocan los profesionales y los productores ganaderos en cultivar los pastos y forrajes que en el papel (ficha técnica o resultados de análisis de laboratorio, foliar o bromatológico) están convencidos que son “los mejores”, pero al mismo tiempo descuidan aspectos tan básicos como el consumo voluntario? (Lea: 5 factores que modifican el valor nutritivo de los forrajes) Este aspecto puede definirse como el consumo gustoso y voraz, completamente autónomo o voluntario, en suficiente cantidad y estado de calidad idóneo de un recurso alimenticio por parte del ganado (animal de pastoreo) para satisfacer sus requerimientos nutricionalesen términos generales. Y de igual manera, agronómicamente se enfocan en que el pasto o forraje elegido sea apto para las condiciones de suelo y el clima del entorno en que será cultivado. Pero ¿cuántos cuestionan si el pasto o forraje elegido tiene un óptimo consumo voluntario? ¿Cuántos se preguntan si cuentan con el sistema de pastoreo correcto para conseguir que el ganado coseche con gusto y voracidad el pasto o forraje cultivado, y que lo coseche en su punto óptimo para que en realidad lo aproveche nutricionalmente al máximo? Desde el siglo pasado (año 1957) el científico y ganadero francés André Voisin, expuso estos cuestionamientos. Sin embargo, es en el siglo actual (XXI) apenas se están considerando aquellos racionamientos del experto. (Lea: ¿En qué consiste la senescencia de los forrajes?) ¿Se podría asegurar, que si se elige sembrar y cultivar pastos y/o forrajes cuyo nombre (popular o científico) está de moda, o goza de prestigio, y en el papel son lo máximo, lo mejor de lo mejor, tienen la garantía de que el ganado los va a aprovechar nutricionalmente? La respuesta es sencilla: No es posible garantizarlo. ¿Cómo puede manejarse correctamente? Invertir en los pastos y forrajes de máxima calidad nutricional (en el papel) que se adaptan a los ecosistemas de potrero y tipo de ganadería no está mal. Pero sembrarlos y cultivarlos antes de tener establecido un correcto manejo del pastoreo si es erróneo, es una irracionalidad. Nadie compra muebles de lujo, si no tiene casa. Lo racional es primero preparar muy bien el sistema de pastoreo para asegurar que se hará un correcto manejo del cultivo a establecer, y esto se hace con las especies que ya el potrero tiene, y cuando ya se haya apropiado el manejo racional del pastoreo, entonces ya los ganaderos estarán preparados para mejorar la composición botánica de las praderas, ampliando la biodiversidad incorporando pastos y forrajes de mejor calidad, sin que ello implique erradicar la vegetación natural y autóctona que debe permanecer como parte del tapiz vegetal. (Lea: Forraje y pastoreo, conceptos ligados a una mejor producción) Es decir, garantizando así que nuestros potreros se mantengan equilibrados, sostenibles y sustentables a largo plazo, con mínima inversión, y sobre todo, resistentes a las condiciones climáticas que imperen durante cualquier época del año aunque estas sean críticas. Por esa razón es muy importante mejorar la calidad nutricional de las praderas, y no está mal que en ese propósito se cultiven pastos y forrajes de mayor calidad que los nativos. Pero, esto debe hacerse sin descuidar el sistema de pastoreo, para garantizar que el consumo de toda la pradera (tanto de pastos y forrajes introducidos como nativos) se de en su mejor estado de calidad nutricional. Un pasto rechazado por el ganado, mal consumido, o aún peor, mal digerido (por estar lignificado o pasado de su punto óptimo de cosecha) es tan poco nutritivo como un pasto de baja calidad nutricional. Es por esto que: “calidad de pastos y forrajes frente a calidad del manejo del pastoreo, deben ir siempre de la mano”. (Lea: ¿Qué factores influyen sobre la producción de pasto?) *Michael Rua Franco Zootecnista (Universidad de Antioquia) Especialista en Nutrición Animal (U.D.C.A.) Experto en Ganadería Racional/Ecológica