Mientras las Buenas Prácticas Ganaderas se enfocan en la inocuidad de los alimentos, la segunda prioriza la salud emocional y física de las especies. Ambas impulsan un modelo productivo responsable, sostenible y alineado con las exigencias del consumidor moderno.
En Colombia, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) impulsa dos certificaciones clave que todo productor pecuario debería conocer y aplicar: Bienestar Animal y Buenas Prácticas Ganaderas (BPG). (Lea en CONtexto ganadero: ICA lanzó una nueva certificación en bienestar animal. ¿Ya sabe de qué se trata?)
En la actualidad, los consumidores son cada vez más exigentes con lo que comen y cómo se produce, la certificación ha dejado de ser un lujo para convertirse en un sello de confianza. Así lo afirmó Viviana Sofía Zamora Pineda, directora técnica de Inocuidad e Insumos Veterinarios del ICA, quien recalcó que ambas certificaciones son piezas fundamentales de un mismo rompecabezas: la sostenibilidad agropecuaria.
“Las buenas prácticas ganaderas y las buenas prácticas de bienestar animal son pautas y estrategias que buscan garantizar la salud de los animales y su adecuado cuidado, desde perspectivas diferentes, pero complementarias. Ambos tipos de certificación busca al final, que la producción pecuaria sea responsable y sostenible, que impacte positivamente el bienestar de la humanidad y del medio ambiente”, señaló la funcionaria.
Certificación de Bienestar Animal
Esta avala que un predio pecuario cumple con condiciones específicas que garantizan que los animales tienen una buena calidad de vida. Esto no solo implica aspectos físicos, sino también mentales y emocionales.
Su base está en las cinco libertades de los animales: libres de hambre y sed; de molestias físicas; de dolor y enfermedad; de miedo y angustia; y libres para expresar comportamientos naturales.
Zamora Pineda explicó que “estas buscan satisfacer las necesidades de bienestar de todas las especies animales en relación a su nutrición, salud física, ambiente e interacciones comportamentales, lo cual se reflejará en un buen estado emocional”.
La certificación no es obligatoria, pero está cobrando cada vez más relevancia tanto en mercados nacionales como internacionales que exigen estándares éticos y sostenibles en los procesos ganaderos.
¿En qué se diferencia con las BPG?
A diferencia del enfoque emocional y de calidad de vida animal de la certificación anterior, las BPG se enfocan en la inocuidad del alimentos que llega a la mesa del consumidor. Su propósito es controlar y mitigar los riesgos físicos, químicos y biológicos que pueden generarse durante la producción primaria.
Zamora Pinera aseguró que “esto contribuye a promover la sanidad, el bienestar animal y la protección del medio ambiente”.
El beneficio va más allá del producto final, pues al implementar BPG, se promueve también la sanidad animal, el cuidado ambiental y la trazabilidad del proceso productivo, abriendo puertas en mercados que premian la transparencia.
¿Cuál tramitar primero?
Una de las preguntas más frecuentes entre los productores es ¿cuál debería hacer primero? Según la directora técnica de Inocuidad e Insumos Veterinarios del ICA, no existe un orden obligatorio.
“Estas certificaciones son independientes y tipo voluntario, pueden solicitarse al mismo tiempo o de manera separada”, expuso. (Lea en CONtexto ganadero: Bienestar animal, un tema transversal a la producción ganadera)
Esa flexibilidad permite que cada predio adapte su estrategia de certificación a sus posibilidades técnicas y económicas, sin perder de vista el objetivo central, que es, una ganadería más responsable.
¿Por qué ambas son importantes?
Más allá de cumplir con normas, certificarse es una oportunidad para mejorar la competitividad del predio, aumentar la confianza del consumidor, elevar la calidad de vida del animal y proteger la salud pública.
Estas se convierten en una apuesta por una ganadería que no solo produce, sino que educa, respeta y construye un mejor futuro.