Con el fin de generar alternativas eficaces para contrarrestar el impacto de estacionalidad e intensificar la producción de los sistemas de lechería en el trópico alto, Agrosavia evaluó y seleccionó la avena forrajera altoandina en los departamentos de Boyacá, Cundinamarca y Nariño.
Según lo planteado en un video realizado en alianza entre Fedegán-FNG y Agrosavia, altoandina es un cultivar procedente del banco de germoplasma de Agrosavia, de ciclo intermedio, con una edad de cosecha entre 120 y 135 días al momento de ensilar que ha presentado rendimientos hasta de 120 toneladas de forraje verde por hectárea.
Para la siembra de este material es importante contar con los resultados del análisis de suelos, como herramienta fundamental para mejorar la productividad del cultivo e incrementar los ingresos de los productores. (Lea: Recomendaciones para elaboración de ensilaje de avena forrajera Altoandina)
De acuerdo con los requerimientos de forraje de la finca y según los objetivos establecidos, es importante definir el área del lote que se quiere sembrar.
Así mismo, se debe tener en cuenta la humedad del suelo que es garantía de una buena germinación y de un buen establecimiento del cultivo, así como de altos rendimientos y de calidad nutricional, tanto de forraje como de grano. Los mayores nutrientes que extrae el suelo son nitrógeno, fósforo y potasio.
Para estas zonas la recomendación es que el nitrógeno sea fraccionado a lo largo del periodo fenológico del cultivo y el fósforo se haga al momento de la siembra, de acuerdo con las dosis recomendadas.
Conocer el pH, textura y nutrientes del suelo, son factores claves para garantizar el éxito del cultivo. Para su establecimiento es importante considerar el tipo de vegetación existente en la pradera, conocer los antecedentes del lote, la disponibilidad de maquinaria de la zona, preferiblemente se recomienda el uso de cincel rígido, vibratorio y rastrillo californiano.
Como inicialmente son cultivos que vienen de kikuyo se debe hacer un sobrepastoreo y, si es el caso, pasar una desbrozadora con el fin de darle un manejo a este material que es agresivo. A los 15 días, aproximadamente, se hace un control con herbicida para manejar el rebrote que viene. (Lea: ¿Por qué vale la pena apostarle a las avenas forrajeras?)
En suelos planos se debe utilizar maquinaria que conserve el suelo como un rastrillo rígido o vibrador que debe penetrar entre 20 y 40 centímetros verticalmente que permite romper la estructura dura del suelo y la aireación y oxigenación, así como los nutrientes que necesita el terreno.
Para un buen establecimiento del cultivo se debe tener en cuenta la época de siembra debido al alto grado de incidencia en los rendimientos de biomasa, en la calidad del forraje y en el tiempo requerido para la cosecha.
La recomendación para la avena altoandina es la siembra de 80 kilos de semilla por hectárea en el caso de producción de forraje para ensilaje. Para el método de siembra al boleo se requiere que la semilla se distribuya de manera uniforme en el campo y para ello se puede fraccionar el área en franjas de 4 a 5 metros de ancho donde la persona que vaya distribuyendo la semilla manualmente tenga la posibilidad de controlar esa descarga.
Otro aspecto importante es el tapado de la semilla. La recomendación es de 3 a 4 centímetros de tierra sobre la semilla, hacer un pase de tractor para lograr ese cubrimiento superficial.
La avena altoandina presenta una altura entre 130 y 160 centímetros, con tolerancia a la roya de hoja y tallo, característica que promueve como una buena opción forrajera y que la diferencia de las avenas comerciales. (Lea: Avenas forrajeras, alternativa nutritiva en trópico alto)
La producción varía de acuerdo a las condiciones de humedad del suelo, control fitosanitario, densidad de siembra y época, así como las condiciones climáticas al momento de la cosecha del forraje.
Es importante tener en cuenta la etapa de malezas ya que compite con las de hoja ancha y si no se hace un control a tiempo se puede perder el cultivo. Para ello se usan herbicidas o antes de la siembra se realiza un adecuado control.
El ciclo vegetativo de este material está entre 150 y 160 días, con un tiempo óptimo para pastoreo entre 90 a 100 días correspondientes al estado de embuchamiento. Para el ensilaje entre 120 y 130 días en estado de grano lechoso pastoso.
Cuando se trata de grandes áreas se recomienda que la cosecha se haga con un tractor acondicionado con una cosechadora picadora y que todo el proceso de realice mecánicamente.
Además, el tamaño de partícula y el contenido de humedad, son factores claves para garantizar un adecuado ensilaje. La partícula permite una fácil compactación y extracción del aire. Entre los aditivos más comerciales que se utiliza está la melaza que se aplica en una proporción de 30 kilos por una tonelada de material picado.
Después se embolsa luego de extraer todo el aire posible con el puño de la mano para que haya una fermentación adecuada o sin aire y se procede al cierre hermético y después se almacena en un sitio donde no se afecte por roedores u otros animales.